“Más vale bien casado, que mal aclerigado.” Anónimo
Hace ya algún tiempo, escribí un comentario sobre el caso de una joven que se enamoró de un diácono, su relación controversial, y actos de violencia contra la mujer, me han escrito defendiendo al Padre Alpírez, diciéndome cualquier cosa, pero he estado muy cerca de los hechos y ante todo no mentiría en un caso de esta envergadura.
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Por situaciones puramente laborales no pude estar en la audiencia que se llevó a cabo el 29 de marzo, pero si tengo el audio de la misma, que he escuchado no solamente detenidamente sino que con objetividad, y me llamó la atención la posición de la defensa presentada por el licenciado Rafael Orlando García López, quien tratando de desvirtuar tanto los argumentos del MP, como de la Querellante Adhesiva, sometió a la misma a un juicio moral, sobre el cual no solamente no tenía derecho, sino que tampoco la solvencia.
Luis Alfredo Alpírez Estrada, nombrado Diacono de la Iglesia de Mixco, habiendo prestado juramento de Castidad, enamoró a una joven parroquiana, con la que convivió, desde el año 2004 hasta el 2011, en que cometió presuntamente el delito de Violencia contra la Mujer, Física y Psicológica, menciono presunto, porque aún no ha sido juzgado ni vencido en juicio, pero sí el juzgado admitió la apertura a juicio, lo que significa que se abrirá a debate este controversial caso.
Llaman poderosamente la atención los argumentos de la parte defensora, quien a pesar de existir un video grabado por la seguridad del centro comercial donde sucedió el incidente en el que Alpírez trató infructuosamente de arrollar a la víctima, la defensa maliciosamente hace una lectura de la fotografía más no del video, y da a entender que la víctima, se subió al capó del vehículo “propiedad” del “sacerdote” Alpírez, estando éste en marcha, situación alejada de la realidad, ya que el mencionado individuo, con premeditación y alevosía trató de atropellar a la víctima, quien en un intento de supervivencia como le puede suceder a cualquier persona, se aferró al capó, siendo arrastrada por el vehículo, aproximadamente 50 metros, sufriendo equimosis en el brazo izquierdo, en las dos rodillas; la del brazo derecho amerita una intervención quirúrgica.
Sobre este caso ya escribí anteriormente, las altas autoridades eclesiásticas en nuestro país están conociendo paralelamente la causa, aunque aún no hay resultados.
Mi cuestionamiento, como ser humano se sitúa en el siguiente punto: El abogado basa su defensa en el hecho que las personas, pueden querer, y tienen la libertad de dejar de querer, sin que este hecho signifique mayor inconveniente, porque incluso el hecho de casarse no significa que no se pueda dejar de querer, y no se tenga el libre albedrío de dejar a la persona. Si él actúa y piensa así es su problema, y de quienes se relacionen sentimentalmente con él, el fondo del problema del “sacerdote” Alpírez, tiene las siguientes connotaciones: 1) Él emitió un voto de castidad, mismo que traicionó al enamorar a una joven, y mantener una relación de casi 8 años con ella, jurándole que dejaría la iglesia para casarse, una relación eminentemente de hombre y mujer, 2) La torturó psicológicamente, ya que pernoctaba todas las noches, exigiéndole que lo atendiera bien, a lo que el abogado no le ve mayor inconveniencia, ni moral ni legal, e invoca el Código Civil, diciendo que todos tenemos derecho a exigir que se nos trate bien, y si no somos bien atendidos podemos buscar donde encontrar esa atención, 3) Ella como toda mujer tenía ilusión de ser madre, engañada, por un supuesto arrepentido hombre de fe, le prohibió rotundamente ser madre, situación que el abogado encuentra totalmente normal, porque ¿a que vendría un niño en tales circunstancias? Yo me pregunto: Qué fregados sucede en nuestro macondiano país, que cualquier hijo de vecina, sea cura, casado, comprometido, o cualquier cosa, enamora a una mujer ofreciéndole el cielo y las estrellas, sabiendo perfectamente que la relación no tiene futuro, y en el peor de los casos ésta no debería existir, y con mentiras, labias e hipocresías las convencen, ya en su terreno, cuando no hay vuelta atrás en la vida, simple y sencillamente se ponen los moños, exigen, y no cumplen sus promesas, pero cuidadito si la mujer falla, eso no se puede.
Y los comerciantes del Derecho, que se prestan a llevar casos en los que saben perfectamente que su defendido ha violentado todas las leyes, tanto las terrenales como las morales, y los defienden a capa y espada con argumentos tan vacíos como, ‘si no me tratan bien, tengo el derecho de buscar donde me traten bien’, la relación era entre dos personas adultas que sabían lo que hacían, y ¿por qué quería ser madre de un niño que sufriría por ser hijo del párroco de la iglesia? ¡Se les olvida que no están hablando de Juan Pueblo, que enamora a María Pueblo para formar un hogar! señores ¿Es un sacerdote de la iglesia el que exigía un trato de marido, el que estimuló un sentimiento, él que no quiso tener un hijo, no fue un hombre adulto sin compromisos, por Dios?
En tribunales se han cumplido todos los momentos procesales, y habrá un juicio, pero ¿Y la iglesia cuando se va a pronunciar? El abogado dijo en la audiencia que Luis Alfredo Alpírez Estrada se encontraba suspendido del cargo, la joven en mención no ha recibido notificación alguna por parte de la iglesia, siendo parte del asunto, y no ha existido pronunciamiento alguno, llevando un juicio paralelo, en el que ya se llevó a cabo la primera audiencia.
Soy católica y creo en Dios, pero no en todos los seres humanos, y este caso lo he seguido en forma objetiva, sin juicios a priori, pero eso no significa que no me indignen las manipulaciones y el trato discriminatorio hacia cualquier ser humano después de haberse burlado de sus sentimientos, más aún si son lobos vestidos con piel de oveja como los que abundan. Como siempre emulando a Arjona, pienso: EL PROBLEMA NO ES QUE MIENTA, EL PROBLEMA ES QUIEN LO HACE, EL PROBLEMA NO ES LA RELIGIÓN, EL PROBLEMA SON QUIENES DEBIENDO RESPETARLA Y CUMPLIRLA, PERO NO LO HACEN.