El rostro tz´utujil de la naturaleza


Foto de la calle principal del municipio San Juan La Laguna

Para la niñez y adolescencia que vive en el municipio de San Juan la Laguna, ubicado en el departamento de Sololá, respetar la juyu´taq´aj (naturaleza), es una obligación de todas y todos los guatemaltecos, puesto que la misma provee al ser humano de todo lo necesario para sobrevivir.

Juan Manuel Castillo
lanana2@itelgua.com

«Nosotros merecemos vivir bien, ahorita ya no hay tantos árboles, ni tanta agua, por eso necesitamos del ambiente para seguir viviendo», expresa Juan José Cholotí­o, de once años, cuando dirige su mirada al sendero donde se encuentran las doce hectáreas, reforestadas por los alrededor de mil quinientos niños, niñas y adolescentes estudiantes de todos los centros escolares del lugar, durante el presente año.

No obstante, la reforestación es tan sólo una de las actividades que realiza la niñez y adolescencia que vive en este hermoso lugar ubicado a orillas del lago de Atitlán, fundado en 1,618 y habitado por tz´utujiles, debido a que la misma va acompañada de un programa permanente de educación ambiental, el cual le enseña a esta población la importancia de preservar su entorno.

El programa consta de cinco componentes fundamentales, los cuales son: la recolección de desechos, la educación ambiental, la organización comunitaria, la red de basureros públicos y la planta de tratamiento, esta última aún en proceso de gestión, explica Edgar Vásquez, facilitador del programa y miembro de la Fundación Solar, la cual se dedica a proteger el ambiente.

«Para los tz´utujiles, los humanos y la naturaleza somos parte de un todo. Lo que hacemos, afecta a la naturaleza, y lo que la naturaleza hace nos afecta. Así­ es como existe una armoní­a esencial entre los dos», reza el rótulo ubicado en la entrada del sendero Rostro Maya, el cual explica que esa tierra es rica en recursos naturales y de estos depende el desarrollo de esta comunidad.

«Debemos depositar la basura en su lugar, pero también debemos reciclar porque así­ no contribuimos al calentamiento global», afirma Ronulfo Cholotí­o, un estudiante de quinto primaria, al referirse al daño ambiental que causa el ser humano al descuidar los recursos naturales.

Por lo que términos como: Calentamiento global, destrucción de la capa de ozono, purificación del aire y tratamiento de desechos sólidos, entre otros, resultan comunes en el vocabulario empleado por infantes y adolescentes de San Juan la Laguna, quienes aprenden desde muy temprano acerca de la importancia que tiene el convivir en armoní­a con el medio que les rodea.

Participo y aprendo…

Edgar Vásquez, explica que la metodologí­a utilizada para enseñarle a esta población, es expositiva y participativa, «el facilitador da a conocer el tema, prepara el material didáctico, los juegos y después las y los estudiantes ponen en práctica lo aprendido», relata.

Pedro Sumoza, directivo de la Asociación turí­stica Rupalaj K´istalin, otra de las organizaciones que tienen a su cargo el programa de educación ambiental, reconoce que el esfuerzo de brindar este tipo de formación, a la niñez y adolescencia del municipio, no es aislado, debido a que cuentan con el apoyo de escuelas, maestros, padres de familia y autoridades municipales, lo que hace posible que el programa sea todo un éxito a través de la organización comunitaria.

Coordinar con las autoridades del Ministerio de Educación, y las escuelas, para establecer las fechas y horarios donde las y los alumnos pueden recibir la capacitación, es indispensable, para garantizar el éxito de la iniciativa cuenta Vásquez, quien dice que no sólo se trata de enseñarle al niño o niña a reforestar, sino se le debe explicar cuál es la importancia de realizar dicha actividad.

«Si cortamos un árbol debemos sembrar cinco y si quemamos la basura, destruimos la capa de ozono, puntualiza Juan José Mendoza, quien también cursa quinto primaria, al hablar de la importancia que tiene el sembrar árboles, para equilibrar el ambiente.

Vásquez expone, que este año aparte de reforestar, al estudiantado del lugar se le instruye acerca de qué son los desechos orgánicos (de origen biológico) e inorgánicos (de origen industrial), cómo deben ser manejados los mismos, así­ como el tiempo de degradación que estos tienen.

Thelma Marí­a Roxana Pérez, de trece años, se siente satisfecha de lo mucho que ha aprendido acerca del tema, por lo que reconoce que reciclar es una actividad que ayuda a proteger el medio que la rodea.

Minimizar la contaminación ambiental

Por lo que los desechos no inorgánicos deben pasar por todo un proceso: el de recolección, reducción, reutilización y reciclaje, este es conocido como el de las 4R, explica Vásquez, quien afirma que a través del mismo se puede minimizar la contaminación ambiental.

Actualmente los niños, niñas y adolescentes, como parte del apoyo que brindan al tren de aseo, el cual también forma parte del programa permanente, recolectan botellas plásticas, las cuales son llenadas con desechos inorgánicos, para reducir el volumen de los mismos y que estos sean utilizados para la construcción de pequeñas edificaciones, «después de colocar las botellas y asegurarlas con alambre, les echamos mezcla», relata Vásquez.

Dentro de los temas facilitados a infantes y adolescentes del lugar, en el programa permanente de educación ambiental también se encuentran: la producción de abono natural, la enseñanza de cuales son las enfermedades más comunes causadas por la basura, los costes que tiene la desmedida producción de desechos y cómo separar los mismos, entre otros.

Por lo que es a través de todas esas actividades que los niños, niñas y adolescentes que residen y estudian en el municipio, han aprendido a convivir y preservar la juyu´taq´aj (la naturaleza), la cual reconocen, es la principal fuente de vida para la humanidad.