El robo de niños



No se trata de un caso aislado, sino de crí­menes que se repiten en muchos lugares y que tienen que ver, indudablemente, con lo que se tiene que denunciar como el tráfico de niños alentado por la falta de legislación adecuada sobre el tema de las adopciones en el paí­s. El sistema alienta la compra y venta de niños y mientras más cara se pone la «mercancí­a», es natural que se trate de conseguir por cualquier medio, incluyendo el robo de los infantes, cosa que evidentemente no entienden quienes aplauden la comercialización imperante en el régimen de las adopciones en el paí­s.

Está circulando el desgarrador llamado de los familiares del niño Herberth Rodolfo González, de nueve años de edad, arrebatado a sus familiares el miércoles a las 9:30 horas por una mujer y gente armada que se conducí­a en una camioneta agrí­cola Ford Explorer y según los que enví­an el correo, se teme que el niño vaya a ser exportado como ocurre con tantos de los niños guatemaltecos que son literalmente vendidos más que dados en adopción.

No puede haber crimen más cruel que el que comete quien arrebata del seno familiar a un niño de cualquier edad para traficar con él. Los daños colaterales de este tipo de atrocidad son enormes y afectan a muchí­sima gente, desde el mismo niño que es separado de los suyos, hasta los familiares que sufren la angustia de perder al ser querido y aun a los compradores supuestamente de buena fe, que pagan a las redes de tramitadores de adopción creyendo que, efectivamente, están haciendo uso de esa noble institución para tener un hijo adoptivo y en teorí­a beneficiando a un niño que no tení­a familia y que encuentra en su nuevo hogar oportunidades enormes.

La preocupación de algunos guatemaltecos por lograr una adecuada legislación que termine con el tráfico de niños que se produce bajo la apariencia de adopciones, está generando en estos dí­as una mayor incidencia del delito de robo de menores porque los traficantes temen que cuando se apruebe la legislación adecuada será más difí­cil seguir lucrando con este procedimiento y por lo tanto ahora echan mano de lo que puedan para incrementar el ritmo de su negocio.

Es terrible tener que hablar de nuestros niños como quien habla de cualquier tipo de mercaderí­a que forma parte del mercado, pero es que así­ ven y quieren ver muchos el proceso de las adopciones. Ya se comentó recientemente que hasta personas que presumen de pontificar sobre ética y moral, aplauden que se produzca esa mercantilización del trámite porque creen que ello permite «beneficiar» a mayor número de personas y dentro de su hipócrita y cegatona visión lo único que ponen como condición es que no se vaya a entregar niños a parejas homosexuales, pero todo lo demás se vale siempre y cuando haya suficiente dinero para compensar a las redes bien tejidas que viven y lucran con el tráfico de nuestros niños.