Las órdenes de captura giradas por los tribunales de Guatemala en contra de un ex Jefe de Estado y dos Generales del Ejército ya retirados, así como un civil quienes son reclamados por la justicia de España a raíz del incendio de la Embajada de ese país europeo en enero de 1980 con el saldo trágico de la muerte de treinta y siete personas, ha causado un tremendo revuelo por todas las implicaciones políticas y jurídicas que conlleva en el marco de un mundo globalizado en el que ya no es tan fácil escapar de la majestad de la justicia.
Los primeros capturados son el general íngel Aníbal Guevara, ex Ministro de la Defensa Nacional durante el gobierno del general Romeo Lucas García y ex candidato a la Presidencia de la República, así como el general German Chupina Barahona, ex Director de la Policía Nacional, éste último quien fue recluido en un hospital privado por encontrarse enfermo.
Al momento de redactar esta columna, aún estaba pendiente la captura del ex Jefe de Estado, general í“scar Humberto Mejía Víctores, quien encabezó un gobierno de facto entre 1983 y 1986 y la del civil Pedro García Arredondo, ex jefe de una temida policía secreta conocida con el nombre de Comando Seis.
Al margen de las consideraciones sobre la culpabilidad o no de los acusados, el arresto de los altos jefes militares del pasado reciente de Guatemala, constituyen un mensaje para los actuales miembros de las fuerzas armadas, de la Policía Nacional Civil, de los alcaldes y de los demás funcionarios del Estado, en el sentido que los brazos de la justicia ahora no tienen fronteras.
En este caso concreto, los tribunales de España han promovido las detenciones de los militares tomando como base un Tratado de Extradición suscrito con Guatemala hace muchos años, el cual se tiene que honrar dentro de las reglas del Derecho Internacional Público.
Pero al mismo tiempo en el escenario actual los habitantes de las distintas regiones del mundo, hemos asistido durante los últimos años a un fenómeno nuevo que es la internacionalización de los derechos humanos. El jurista Carlos Villán Durán, ha señalado con extraordinaria autoridad académica que el sistema internacional de protección de los derechos humanos no es algo estático o monolítico. Al contrario, es vivo y extremadamente sensible a los cambios que surgen en el contexto internacional.
En contraste con la crisis de valores que se vive en Guatemala y en los diferentes países, las esperanzas de libertad, desarrollo, democracia y derechos humanos son mayores que nunca en el contexto mundial.
Esas esperanzas incluyen el clamor de justicia para que todos aquellos que en nombre de una falsa democracia violan los derechos humanos, sean llevados a los banquillos de los acusados ante los tribunales competentes dentro del contexto de la jurisdicción internacional. Las órdenes de captura contra los militares de Guatemala, son un claro ejemplo de que los delitos en la esfera de los derechos humanos son inderogables, es decir que no prescriben. Los gobernantes de los países poderosos del mundo que con el pretexto de combatir al terrorismo vulneran los derechos fundamentales e intervienen descaradamente en los asuntos de otros Estados como ocurrió con la injustificada invasión a Irak deben verse en el espejo de lo que está sucediendo a los militares de Guatemala. La justicia tarda, pero no olvida. (La Hora, 8 noviembre 2006).