El retorno de Rimbaud


Un texto inédito del poeta francés Arthur Rimbaud (1854-1891), escrito con un seudónimo cuando tení­a 16 años, fue descubierto recientemente, 138 años después de ser publicado en un diario de la ciudad francesa de Charleville-Mézií¨res (noreste), indicó una de las personas que participó en el descubrimiento.


El texto en prosa bajo el tí­tulo de «El sueño de Bismark» de unas cincuenta lí­neas apareció firmado por Jean Baudry en la edición del 25 de noviembre de 1870 del diario Le Progrí¨s des Ardennes, ejemplar también encotrado en condiciones espectaculares, según el librero de antigí¼edades Franí§ois Quinart.

Los especialistas conocen bien el seudónimo de Jean Baudry que utilizaba Rimbaud cuando enviaba sus textos al diario y en particular este «Sueño», marcadamente patriótico y anti-Otto von Bismark, el entonces canciller alemán.

Hace dos años, Franí§ois Quinart, propietario de una librerí­a en la ciudad natal de Rimbaud, compró un lote de libros y diarios viejos a una anciana.

Entre los diarios, habí­a cuatro números de Le Progrí¨s des Ardennes.

«Todos los que se interesan en Rimbaud saben que él trabajó en ese diario», dijo.

Pero como no encontró nada que le interesara, el librero puso los ejemplares del periódico a la venta en su vitrina, sin que nadie preguntara por ellos.

En abril pasado, un cineasta, Patrick Taliercio, que realiza actualmente un film sobre Rimbaud, compró «por unos cuantos euros» los diarios.

«Dos dí­as después volvió a verme y me dijo «leyó el artí­culo es de Rimbaud»», relató el librero.

Interrogado por el diario Le Figaro, Jean-Jacques Lefrí¨re, gran especialista del poeta, confirmó el descubrimiento.

«Es un bello texto metafórico, muy controlado», dijo, agregando que este descubrimiento «hace renacer la esperanza de encontrar, en otros ejemplares del diario, otros textos del poeta».

El sueño de Bismarck (Fantasí­a)


Es de noche. En su tienda, llena de silencio y de sueño, Bismarck, con un dedo sobre el mapa de Francia, medita; de su inmensa pipa se escapa una voluta de humo azul. Bismarck medita. Su í­ndice curvado camina, sobre el papel vitela, del Rin al Mosela, del Mosela al Sena; con la uña, rayó imperceptiblemente el papel alrededor de Estrasburgo: continúa.

En Sarrebruck, en Wissemburgo, en Woerth, en Sedan, se estremece, el dedito curvado: acaricia a Nancy, araña a Bitche y Falsburgo, raya a Metz, traza pequeñas lí­neas rotas sobre las fronteras, -y se detiene…

Triunfante, Bismarck ha abarcado con su í­ndice la Alsacia y la Lorena! -¡Oh! cuántos delirios de avaro, bajo su cráneo amarillo! Qué deliciosas nubes de humo emite su pipa feliz!

Bismarck medita. Vaya! un enorme punto negro parece detener al í­ndice retozón. Es Parí­s.

Así­, la uñita mala, de rayar, de rayar el papel, de aquí­, de allá, con furia, – en fin, de detenerse… El dedo se queda ahí­, medio doblado, inmóvil.

Parí­s! Parí­s! – Y bien, el buen hombre ha soñado tanto con los ojos abiertos, que, dulcemente, la soñolencia se apodera de él: su frente se ladea hacia el papel; maquinalmente, la cazoleta de su pipa, se escapa de sus labios, cae sobre el infame punto negro…

Hi! povero! abandonando a su pobre cabeza, su nariz, la nariz del Sr. Otto von Bismarck, se sumergió en la cazoleta ardiente¿ Hi! povero! va povero! en la cazoleta incandescente de la pipa¿, Hi! povero! Su í­ndice estaba sobre Parí­s!¿ Se acabó, el sueño glorioso!

Era tan fina, tan espiritual, tan feliz, esa nariz de viejo primer diplomático! – Esconda, esconda esa nariz!¿

Y bien! querido, cuando, para compartir el chucrut real, usted regrese al palacio

(faltan lí­neas)

Mire! No habí­a que soñar despierto!

Jean Baudry