El resultado oficial



Ayer los candidatos a la Presidencia de la República se comprometieron formalmente a respetar el resultado oficial que ofrezca el Tribunal Supremo Electoral una vez terminado el escrutinio y ofrecieron instruir a sus dirigentes y simpatizantes de todos los municipios del paí­s para que actúen con igual actitud. De acuerdo con el sistema electoral guatemalteco, si un partido polí­tico tiene fiscales eficientes en todas y cada una de las mesas, no hay forma que le puedan robar un voto y como cada uno de ellos tiene copia del acta que se tramita al TSE, debemos suponer que una revisión de resultados serí­a relativamente fácil en caso de discrepancias.

La mayorí­a de partidos, sin embargo, no tendrán fiscales en todas las mesas y algunos posiblemente ni siquiera en todos los centros de votación, lo cual es problema para ellos porque no tendrán delegados que vigilen sus muchos o pocos votos en cada mesa, que peleen cuando alguno sea anulado o aun escamoteado y, por lo tanto, aunque luego pudieran recopilar copias de las actas de los centros de votación, su desventaja se produjo en el momento del primer escrutinio, realizado por la junta receptora de votos que cuenta papeleta por papeleta la expresión de los ciudadanos.

Por ello vemos que los partidos que se sienten más fuertes, están también más cómodos con la situación, aunque pueden surgir aún problemas inesperados que vale la pena considerar. Nos preocupa mucho el anuncio que hay de que entidades privadas harán un conteo rápido y con base en el mismo piensan proyectar el resultado electoral en cuestión de horas, antes de que se conozca el resultado oficial. Si ese conteo rápido no coincide con el resultado del TSE, quedará sembrada la duda y hay que entender que se trata de un grupo privado que no tiene mecanismos de control de ninguna especie y que igual puede producir un resultado ajustado a la realidad o podrí­a, si sus dirigentes lo quisieran, lanzar un dato que siembre la incertidumbre y la discordia. No prejuzgamos sobre las intenciones de los organizadores de ese esfuerzo, pero sí­ queremos señalar que no hay instrumentos idóneos de verificación ni existen garantí­as de que se trate de personas que no tienen ví­nculo o inclinación por ninguna de las opciones.

Si nos atenemos a la forma en que se hacen encuestas en el paí­s y cómo se juega con los márgenes de error, según han expresado algunos de los que trabajan en ciertos procesos de medición demoscópica, tenemos que suponer que son tantos los intereses en juego que más vale la pena esperar a que el resultado sea anunciado oficialmente por el TSE que, aún sin ser una institución fuera de duda y más allá del bien o del mal, tiene que producir un resultado que cuadre con las actas que tabularán los partidos que se hagan representar en todo el territorio nacional, sobre todo para evitar dudas y suspicacias que nos generen problemas.