Ahora bien, ¿qué es lo que va a servir de base para la extensión de este documento?, pues resulta masivamente, así­ lo considero, existe una discrepancia entre la Cédula de Vecindad y las partidas de nacimiento, porque entre una y otra no es la misma persona a causa de quien asienta ese documento carece de conocimiento de la regla de acentuación y se come las tildes, de lo que deviene en que Jose de la Partida no es José de la Cédula, como tampoco Pancho Hernadez no es el mismo Pancho Hernández en su vida social, y así­ en infinidad de nombres y apellidos. ¡Y para arreglar eso hay que dar un sinfin de vueltas, pues el afectado resulta ser el responsable, cuando el castigo debiera ser para quien elaboró el documento, pues resulta, ya lo he señalado en otra ocasión, que cuando lo lee lo hace correctamente, pero al mismo tiempo dice al calce: «de enterado no firmó», de tal manera que quien va a hacer el asiento, no tiene oportunidad de leer.

¿Cuántas transacciones se han efectuado, cuántos documentos se han escrito, cuántas veces a nivel nacional con base en la Cédula de Vecindad, que a la postre resulta un documento falso? El caso es sumamente serio y amerita adoptar una medida superurgente para arreglar tal intrí­ngulis. Entonces se me ocurre que el Congreso de la República debiera emitir una Ley de superurgencia nacional equiparando las actuales Cédulas de Vecindad con las Partidas de Nacimiento originales, porque si no, todo el andamiaje jurí­dico y social se viene abajo, y ello hay que tomarlo en cuenta para la extensión del RENAP.