Afortunadamente, en Guatemala tenemos ejemplos multitudinarios de lo que NO DEBEN SER LAS INSTITUCIONES DEL ESTADO. Nos distinguimos en eso, en lo malo, en la fuerza de los antivalores sociales, en la magnificencia de la pobreza y la opulencia de la riqueza, en lo cotidiano de la violencia y la débil estructura de las fuerzas de seguridad, en la miopía e indiferencia de quienes nos gobiernan, en el orgasmo de la ineficiencia y de la indiferencia absoluta que nos domina. Aquí los términos estado fallido ya pasaron a la historia, aquí el nombre de la muerte ya no nos causa ni siquiera un asomo de repulsa, excepto que nos toque muy de cerca, aquí ya no vivimos, aquí, nos morimos, así de simple…
 La honradez fue enterrada en silencio desde 1954 y, como Jesucristo, solo que al revés, lamentablemente resucita con mayor fuerza con cada gobierno que viene, no para salvar almas, sino para destruir, destrozar, lo poco bueno que nos va quedando y transformar como milagro de maldad al hombre honesto, a la entidad honrada, al hombre capaz, al que sigue aún la ética de los ancestros, la dignidad del hombre digno, transformando en enormes monumentos a la indolencia, a la corrupción, a la prepotencia y altanería, a la pereza y a los siete mil pecados capitales que nos estrangulan.
Y sobre esto basta mencionar solo dos cosas: Covial, cuyos directores como Escribá se rellenaron las bolsas de pisto, junto a constructores criminales, y el más reciente, el RENAP, el símbolo más grande y evidente de la inutilidad humana, que tiene como lema YO NO PUEDO HACER, NI PUEDO TRABAJAR.
Este registro nacional de personas es otro de los látigos que castiga a los ciudadanos y los que más se joden, para variar y con perdón de las damas que no les gustan las «malas palabras», son los pobres, los que necesitan esos documentos que debe emitir esta basura burocrática para presentarlos en X o Y lugar con la ESPERANZA, en este gobierno de la desesperanza, de encontrar un trabajo honesto, o inscribirse en un colegio o acudir a una institución en donde lo primero que le preguntan es: ¿tiene su DPI? ¿Tiene su partida de nacimiento?, ¿la de su defunción? Nel, hoy, ni mañana no hay, venga dentro de seis meses para ver si aún sigue su fantasma vagando por estos sitios.
Pero el Renap, como toda «buena institución» que sea parte de este gobierno, también tiene como prioridad fundamental altos salarios para sus altos funcionarios, cuyo brillante currículum es ser cuates del don o la doña o algún pariente o amigo cercano, así como haber sacado un doctorado en corrupción y otro en impunidad blindada a toda prueba, a fin de convertirse rápidamente en nuevos ricos, en tanto miles de guatemaltecos madrugan o duermen frente a esas oficinas para ver si antes del día de su muerte reciben el documento que necesitan y por el cual pagan, para lo cual han habilitado ¡oh maravilla!, máquinas que les contestan «vuelva mañana, en el futuro del siglo XXII».
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Eso sí los «cossicheros» que trabajan allí piden pisto y más pisto, pese a que se les han dado millones para poner a caminar este mamotreto que se parece muchísimo a esa porquería llamada transporte del servicio urbano en donde los «dueños» tienen TREINTA Y SIETE Aí‘OS de recibir subsidios millonarios para «mejorar el servicio», sin que tal milagro ocurra, pero eso sí, el milagro único es que han acrecentado sus fortunas.
Vean pues ustedes Renap, Covial, Fonapaz, Foguavi, los ministerios y secretarías, los autobuseros, mareros, narcotraficantes, sicarios, mandantarios, diputados, son los mismos con diferentes nombres. Ese es nuestro paraíso que hay que disfrutar ahora que viene la Semana Santa y que lo único que hemos aprendido en estos años de barbarie es a aguantar todo, todo, todo, hasta la consumación de los siglos. El alma, corazón y huevos que dijo en una frase inmortal Don Clemente Marroquín Rojas, ya desaparecieron para siempre, enterrados en la tierra que ya ni siquiera maíz produce, una tierra como la que algún día vertió en un maravilloso cuento ese genio que se llamó Juan Rulfo.
Mientras tanto, yo sigo temporalmente aquí, ganándole a don Guayo Villatoro en no tener lectores, jamás ser escuchado en mis opiniones y guardando los estigmas mas desgraciados que tenemos los guatemaltecos, para que el día del juicio final, junto con Dios nos muramos juntos, pero de la risa….