Nunca ha sido tan propio decir que es peor el remedio que la enfermedad que ante la alharaca que armó la Organización Mundial de la Salud con la Gripe Porcina, bautizada como H1N1, y calificada de pandemia, es decir que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región, según el diccionario de la Real Academia.
La cantidad de muertos por la Gripe H1N1 fue muchísimo menor que la cantidad de muertos por la gripe normal durante el período en que se mantuvo la alerta dictada por la OMS, pero los daños causados por ejemplo a la economía de México y países vecinos es irreparable. En Guatemala los operadores de turismo señalan que además de la violencia y de los desastres naturales que hemos sufrido, la advertencia de la Organización Mundial de la Salud provocó la cancelación de muchas reservaciones y de viajes de grupos que decidieron no venir a nuestro país para no contagiarse con el mal que era presentado como la viva peste.
Es importante que ahora, cuando la OMS cierra el capítulo de la que posiblemente haya sido la peor metida de pata de su historia, se haga una evaluación seria porque no puede ser que burócratas incapaces puedan influir de tal manera en todo el mundo como para hacer daños tan severos. El negocio de las aerolíneas se vio seriamente afectado porque mucha gente decidió no utilizar los aviones por miedo a un contagio que, según los panfletos y las informaciones alarmistas, iba a causar la muerte de millones de personas, como ocurrió con algunas verdaderas pandemias de la historia.
Los únicos que ganaron con esa crisis provocada por la OMS fueron los fabricantes de medicamentos y de mascarillas, puesto que en muchos lugares, incluyendo nuestro flamante aeropuerto, los funcionarios se mostraban orgullosos con ese tapaboca que según ellos era un auténtico salvavidas.
Ahora resulta que, según las mismas estadísticas de la Organización Mundial de la Salud, la pérdida de vidas por contagio con el virus bautizado como H1N1 fue muy inferior a la cantidad de muertos que provoca la gripe normal en todo el mundo.
Así como decimos que en Guatemala tiene que haber rendición de cuentas y los funcionarios tienen que asumir las consecuencias de sus actos, también en el plano internacional debe ocurrir lo mismo y lo menos que podría esperarse es que los altos cuadros de la OMS dimitan de sus cargos. No se puede reparar el daño causado en términos económicos y sicológicos a una población mundial que entró en pánico por la torpe alharaca de esos burócratas, pero al menos así pagarán parte de su tontería.