El regreso del FMI


Un corredor de bolsa en Budapest hace negocios por la ví­a telefónica. Hungrí­a ha sido el primer paí­s en entrar en el plan de rescate que ofreció el FMI, que otorgó 16 millones de dólares para Hungrí­a.

La expansión económica de los últimos años parecí­a haber relegado al FMI a los desvanes de la historia, pero la devastadora crisis financiera nacida en Wall Street lo propulsó nuevamente al centro de la escena mundial.


En los últimos dí­as, el Fondo Monetario Internacional negoció préstamos condicionados a Hungrí­a, Ucrania e Islandia.

Las últimas grandes intervenciones del FMI datan de la crisis asiática de 1997-98 y sus réplicas en América Latina.

Esta región habí­a quedado traumada por la década perdida de los 80-90, como consecuencia de las polí­ticas de austeridad impuestas por el FMI durante la crisis de la deuda externa, desatada por el default mexicano de 1982, para salvar a los bancos comerciales internacionales.

En estos últimos años de bonanza impulsados por el aumento del precio de las materias primas, los principales paí­ses latinoamericanos saldaron sus deudas con el organismo financiero multilateral, que dejó de supervisar sus economí­as.

Pero la tormenta financiera ya ha comenzado a hacer estragos, sobre todo en Europa del Este, y amenaza a las economí­as emergentes golpeadas por la fuga de capitales, la devaluación de sus monedas y la desaparición del crédito.

Islandia, con 320 mil habitantes y una economí­a dependiente de sus bancos que prestaron en el extranjero nueve veces su PIB, fue el primer paí­s de Europa Occidental en recurrir al FMI en 32 años.

La entidad le extendió un préstamo stand-by (con condiciones) de 2.100 millones de dólares, que debe ser complementado por otros 4 mil millones de dólares que provendrí­an de sus vecinos nórdicos, Estados Unidos o Rusia.

El último paí­s occidental que habí­a tenido que recurrir a una ayuda del FMI habí­a sido Gran Bretaña en 1976.

Ucrania, con menos de dos décadas de capitalismo, ya se estrena con el FMI, con el que tiene pendiente un crédito de 16.500 millones de dólares, pero las tensiones polí­ticas internas han impedido que el parlamento apruebe un paquete de medidas exigido por el organismo.

Otro paí­s del ex campo soviético, Hungrí­a, endeudado en euros y en riesgo de default tras la devaluación del forint en 20% en octubre, recibió el acuerdo para un préstamo de 16.300 millones de dólares del FMI, que será acompañado por otro de 8.500 millones de dólares de la UE y otro del Banco Mundial de 1.300 millones de dólares.

El FMI también negocia préstamos a Pakistán y Turquí­a.

Mientras tanto, América Latina, intenta evitar caer nuevamente en las redes del Fondo, a pesar de la fuerte devaluación de sus monedas.

Los bancos centrales de Brasil y México gastaron varias decenas de miles de millones de dólares de sus reservas para defender al real y al peso, el primero devaluado en un 40% en los últimos meses.

La Reserva Federal estadounidense vino en ayuda de estos dos paí­ses esta semana con lí­neas de swap por 30 mil millones de dólares a cambio de moneda local por considerar que sus economí­as están bien administradas. Ayudas similares fueron extendidas a Singapur, Corea del Sur y Nueva Zelanda.

Al mismo tiempo, el director gerente del FMI –que como es tradicional es un francés desde la conferencia de Bretton Woods de 1944 que lo creó–, Dominique Strauss Kahn, anunció esta semana en Washington un tipo de préstamo a corto plazo sin condiciones para los paí­ses «bien administrados».

Además de Brasil y México, Chile también podrí­a verse beneficiados por esta modalidad.

Los analistas se preocupan por los paí­ses excluidos, cuyo percepción de riesgo puede subir.

«Si se crea una clase de mercados emergentes que están realmente protegidos y cercanos a los paí­ses desarrollados, existe un peligro de que los ciudadanos de segunda clase sean señalados más claramente», afirmó un ex economista jefe del FMI, Simon Johnson, citado por el Financial Times.

Argentina, con un alto nivel de endeudamiento y sin terminar de saldar aún su default de 2001, quedó excluida de esta facilidad.

Strauss Kahn, un ex ministro de finanzas socialista, afirma sin embargo que el FMI ya no es el mismo desde que él llegó hace un año y se reformó el sistema de derechos de votación.

El FMI «al fin, es más pragmático; así­ como serí­a absurdo prestar dinero a los Estados sin condiciones, esas condiciones no deben ser consecuencia de una lí­nea ideológica sino de las necesidades de los paí­ses», dijo en una entrevista esta semana al diario parisino Le Monde.

Strauss Kahn afirma que el FMI «aprendió de los errores del pasado» y dice que propondrá el 15 de noviembre en Washington a los paí­ses del G20 «un nuevo plan de gobernabilidad» del sistema financiero.