El regreso de Alfonso Portillo


Alfonso Portillo regresó para incorporarse a la arena polí­tica y ello hace que algunos dirigentes polí­ticos busquen, desde ya, posicionarse de cara a los próximos comicios.

Julio Donis C.

El regreso de Alfonso Portillo debe ser interpretado y leí­do en clave polí­tica; de hecho sus palabras iniciales en la Torre de Tribunales al ser abordado por la prensa, así­ lo denotan. Regresa para «incorporarse» en la arena polí­tica. Su entrega a la justicia nacional agitó las aguas polí­ticas de este paí­s y con su anuncio de llegada empezarán a posicionarse unos, y a prever otros, en la arena polí­tico electoral nada está escrito y quienes pensaban que el rumbo de la polí­tica era como tocaba, ven con la llegada de Portillo un actor con relativo peso polí­tico, experiencia y con un discurso que enciende las tuzas de un pueblo despolitizado o por lo menos con una pobre cultura polí­tica.


No fue lo mismo cuando regresó el ex vicepresidente Gustavo Espina y si regresara Jorge Serrano tampoco serí­a igual. La venida de Portillo, menos ronco y más añejo desató llamadas en la radio abierta con improperios, y con gestos de apoyo. Fue significativo que los primeros llegaron aislados de zonas capitalinas y los apoyos para un «pollo» llegaron de los departamentos. Los últimos aludí­an al tiempo de Alfonso Portillo como el único gobierno en el que se ha mantenido el precio de la canasta básica, perí­odo en que no subió el gas, la pobreza se contuvo, etcétera.

Sin embargo, esta pita tiene varios nudos y para desanudarlos hay que recordar cosas para no quedarse con los titulares. Alfonso Portillo, originario de Zacapa, compitió dos veces seguidas por la Presidencia, misma que obtuvo finalmente en las elecciones del año 99, para el perí­odo 2000-2004. Portillo es abogado por la universidad Autónoma de Guerrero, estado de México y doctor en Economí­a por la UNAM. A su regreso del paí­s vecino allá por el año 1989, se vinculó con el partido Socialista Democrático en una rápida pasada, para inscribirse en el partido más fuerte de ese tiempo, la Democracia Cristiana del cual llegó a ser su Secretario General Adjunto, al inicio de los 90. En el 94 obtuvo su primera diputación en el Congreso al frente de la bancada de los democratacristianos. Fue director del Instituto Guatemalteco de Estudios Sociales y Polí­ticos IGEDESP y además columnista en el rotativo Siglo Veintiuno. En 1995 se declaró independiente de la bancada referida, renunciado a la DC e inmediatamente se unió al naciente FRG que lo postuló a la Presidencia por primera vez en 1995.

Apostó a una reforma fiscal

También hay que recordar la apuesta que hizo su administración al poner en marcha una reforma fiscal que habí­a sido aprobada en 2001. Para hacer memoria, en su perí­odo como mandatario se elevó dos puntos el IVA, lo que se tradujo en un incremento de los ingresos tributarios, lo cual ha de haber significado bonanza o por lo menos ahorro al gobierno central. La CEPAL señala en informes de la época que esos años el desempeño de la economí­a guatemalteca tuvo déficit comercial, asociado a la caí­da de las exportaciones como a la llegada de importaciones.

En todo caso, hay algo que no coincide entre el discurso de gobierno de Portillo sobre la reducción de la pobreza y la contracción de la economí­a nacional y el aumento de la población en extrema pobreza, que con datos de Naciones Unidas fue de unas 600 mil personas entre 2000 y 2002. Si uno de los mayores retos de la administración Portillo fue la caí­da de la producción del café, lo que derivó en conflictos agrarios, ocupación de tierras, desempleo, ¿cómo se entiende que haya aclamaciones espontáneas por su regreso, aludiendo que fue un gobierno de y para los pobres? Esos años registraron el mayor repunte de las remesas familiares, dinero que quizás fue el que mitigó la pobreza.

La gobernabilidad de aquellos años registra el reclamo de los ex PAC como uno de los conflictos más sonados y que puso en jaque a la administración Portillo. En 2003 su gobierno accedió al pago a cada individuo que acreditara su involucramiento en dicha organización paramilitar, en ese tiempo aún no habí­a sido creado el Plan Nacional de Resarcimiento y ese hecho se interpretó como atentatorio y delicado a la memoria y a las ví­ctimas del conflicto armado interno. Contrasta con esto el compromiso de Portillo con los Acuerdos de Paz y con las recomendaciones de la Comisión del Esclarecimiento Histórico.

Confrontación con la cúpula empresarial

La comprensión histórico polí­tica de lo que fue el gobierno de Portillo, no puede dejar pasar por alto la confrontación con la cúpula empresarial. Este es otro de los nudos que ayudan a la interpretación; aparentemente el inicio del distanciamiento fue el impulso del recordado Pacto Fiscal, aunque no fue el centro. Hay que cavar más e identificar las polí­ticas impulsadas por el gobierno que fueron -digamos- atentatorias contra aquellos bastiones de poder oligárquico. Haber abierto las importaciones del azúcar, el cemento y el pollo significó cambiar el orden de las cosas, por lo menos de esos históricos bastiones de riqueza de elites que tiene apellido. Aquí­ cabe otra pregunta, ¿la divergencia entre gobierno y alto empresariado fue una consecuencia mal calculada de una polí­tica predefinida? ¿O fue una consecuencia que aún se capitaliza polí­ticamente aprovechada por Portillo, abanderando la defensa del Estado?

En todo caso, ahí­ les dejo más interrogantes: por qué fue tan expedita la justicia y el fallo del juez Julio Jerónimo no se hizo esperar, ni tampoco el pago de la fianza de un millón por Alfonso Portillo, por cierto a Eduardo Weyman no le dieron una medida sustitutiva en su momento. Mis respuestas atienden a un fino aprovechamiento de las circunstancias polí­ticas combinado con astucia y olfato polí­tico, nada más que eso…

«Â¿Cómo se entiende que haya aclamaciones espontáneas por su regreso, aludiendo que fue un gobierno de y para los pobres?»

Julio Donis

Sociólogo.