«El reconocimiento de las mujeres como sujetas polí­ticas sigue siendo el mayor reto de la sociedad guatemalteca»


Gabriela Núñez, fue Secretaria Presidencial de la Mujer entre los años 2004 y 2008, actualmente coordina el Proyecto de Formación de Lideresas Juveniles de la Asociación Eduquemos a la Niña. En esta entrevista se refiere a la importancia que tiene impulsar la paridad en la representación polí­tica con el objetivo de construir una sociedad donde haya mayor democratización, transparencia y apertura a la participación de hombres y mujeres. Explica que la paridad es sobre todo un tema de igualdad y justicia social y no una cuestión de méritos. Núñez concluye que si las mujeres representan más de la mitad de la población, deberí­an también ocupar la mitad de los puestos de representatividad polí­tica.

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Gabriela Núñez:

– Más Mujeres Mejor Polí­tica (MMMP): La representación polí­tica de las mujeres guatemaltecas -en el Parlamento y en el ámbito municipal- está por debajo de la media latinoamericana. ¿A qué se debe esta situación?

– Gabriela Núñez (GN): La escasa representatividad de las mujeres en el Congreso y en el ámbito municipal está asociada a diversos factores polí­ticos, económicos, sociales y culturales. En términos generales, es atribuible a la exclusión que hemos sufrido las mujeres en los espacios de toma de decisiones donde se evidencia una ausencia de la pluralidad de género. De igual manera, las relaciones desiguales de poder entre hombres y mujeres determinan que estas últimas ocupen posiciones subordinadas con respecto a los hombres, limitando el pleno ejercicio de sus derechos como ciudadanas.

En el caso particular de las mujeres parlamentarias existen factores especí­ficos que limitan significativamente su participación equitativa y que están relacionados con las formas masculinas de hacer polí­tica que no aceptan los liderazgos femeninos, el acceso al financiamiento de sus campañas, la limitada existencia de procesos de formación polí­tica que fomenten el liderazgo femenino, las modalidades de funcionamiento interno de los partidos polí­ticos que no permiten que las mujeres ocupen posiciones claves, excepto en muy contadas excepciones. En cuanto a las mujeres en el ámbito municipal es posible agregar a los obstáculos ya mencionados el reducido acceso a redes sociales y de relacionamiento que permitan desarrollar la capacidad de interlocución y negociación con actores diversos que propicien el diálogo polí­tico.

Con respecto a las mujeres indí­genas hay otras barreras adicionales que limitan seriamente su participación en cargos públicos como son la falta de documentación que impide el ejercicio de sus derechos de ciudadaní­a, el limitado empadronamiento electoral que imposibilita los derechos de elegir y ser electas y aumenta el ausentismo electoral femenino. De igual manera, la situación de pobreza limita también el acceso a los servicios de educación y formación e influye en su participación polí­tica.

No puedo dejar de mencionar las sobrecargas familiares que tenemos las mujeres relativas a actividades reproductivas de cuidado de hijos e hijas, mantenimiento del hogar, debido a la ausencia de responsabilidades compartidas con los hombres.

– MMMP: El panorama no es diferente en los otros organismos e instituciones del Estado. En el gabinete de gobierno, sólo para citar un ejemplo, hay solamente una ministra. ¿Qué lectura hace de esto?

– GN: Considero que aún sigue prevaleciendo una falta de reconocimiento de las capacidades de las mujeres para ejercer el poder polí­tico y de los aportes sustantivos que podemos hacer al desarrollo del paí­s, brindando visiones diferentes y modelos de gestión polí­tica más democráticos e incluyentes.

La situación de Guatemala es contrastante con otros paí­ses latinoamericanos en donde a pesar de haber una presencia escasa de carteras ministeriales a cargo de mujeres se evidencia una tendencia al crecimiento en los últimos años.

– MMMP: ¿Es la desigualdad en la representación entre hombres y mujeres un fallo de nuestro sistema polí­tico o un reflejo de lo que somos como sociedad?

– GN: Considero que esta desigualdad en la representación de hombres y mujeres en la polí­tica es debido a ambas situaciones. Por un lado, el sistema polí­tico guatemalteco ejerce una influencia determinante en limitar las oportunidades de las mujeres para acceder a cargos de elección popular. Por otro lado, las percepciones y actitudes de hombres y mujeres acerca de los roles que ambos deben desempeñar en la sociedad y, en la polí­tica en particular, tiene un efecto en sus comportamientos esperados.

– MMMP: En otros paí­ses del Continente se han hecho reformas legislativas para aumentar el número de mujeres en cargos de elección popular. ¿En qué consisten este tipo de medidas que algunos denominan afirmativas o compensatorias?

– GN: Al menos once paí­ses del continente americano gozan de mecanismos de acción afirmativa como es el sistema de cuotas de participación polí­tica de las mujeres, el cual tiene como propósito aumentar el número de mujeres en cargos de elección popular, reduciendo así­ la desigualdad existente entre hombres y mujeres. Como dice Virginia Guzmán, socióloga y feminista chilena «las cuotas se basan en el concepto de equidad, que plantea un trato diferente para garantizar la igualdad.»

El sistema de cuotas se considera un mecanismo que contribuye a reducir el déficit democrático de participación polí­tica de las mujeres por medio de la aprobación y aplicación de medidas legislativas y polí­ticas por parte de los Estados y los partidos polí­ticos. Parte de la idea que las desigualdades existentes en una sociedad no se eliminan por sí­ solas, sino por medio de la introducción de medidas compensatorias o correctivas.

Estos mecanismos no se limitan exclusivamente a la participación de las mujeres, sino son aplicables también para lograr la reducción de las brechas de participación existentes por parte de los pueblos indí­genas. Por lo tanto, este tipo de mecanismos busca reducir la discriminación y exclusión polí­tica y a la vez favorecer la posibilidad de influir en los procesos de toma de decisiones y en la opinión pública.

– MMMP: ¿Cómo calificarí­a los resultados obtenidos en aquellos paí­ses donde se han adoptado? ¿Es realmente visible el aumento en la representación femenina?

– GN: Sin duda que el establecimiento del sistema de cuotas ha conllevado al aumento de la representación femenina en cargos de elección popular, especí­ficamente a nivel legislativo. Tal ha sido el caso de Costa Rica y Argentina que se encuentran entre los paí­ses del mundo con los í­ndices más altos de representación femenina. Otros paí­ses donde las cuotas han tenido un efecto importante son Ecuador, México, Panamá, Bolivia, Perú y Paraguay. Se ha establecido que la efectividad del sistema de cuotas depende de la naturaleza del sistema electoral de cada paí­s. Funciona de manera óptima en los sistemas de representación proporcional de lista cerrada y en aquellos paí­ses donde la ley le exige a los partidos polí­ticos que incluyan a mujeres candidatas en los primeros lugares de sus listas, de manera que se evite que estén ubicadas en lugares donde no tienen posibilidades de ser electas. El sistema de cuotas también es eficaz en los paí­ses donde existen mecanismos de aplicación y sanción por incumplimiento de dichos mandatos.

Vale destacar que en donde se ha establecido el sistema de cuotas no solamente ha habido un aumento de la participación de las mujeres en los parlamentos, sino aún más importante, en la influencia que las mujeres han logrado tener en la redefinición de las prioridades polí­ticas y la definición de las agendas legislativas, no sólo acerca de temas de interés estratégico para las mujeres, sino también sobre asuntos de gobierno y Estado.

– MMMP: En los últimos años y después de la aplicación de leyes de cuotas, en algunos paí­ses se ha pasado al impulso de la democracia paritaria. ¿Qué hay que entender por este concepto?

– GN: Se entiende por democracia paritaria la representación equilibrada de hombres y mujeres, basada en los principios de igualdad y justicia. En ese sentido, implica transformaciones profundas en las relaciones y las responsabilidades de hombres y mujeres, las cuales deben ser compartidas de manera igualitaria en todos los ámbitos y, particularmente, en lo referente al poder polí­tico. En esencia, el principio de representación paritaria implica que haya una cuota equilibrada de representación del 50% de hombres y el 50% de mujeres.

A diferencia de las cuotas que son de carácter temporal, la paridad tiene un carácter permanente que conlleva la igualdad de participación y representatividad de todos los integrantes de una sociedad. Por tanto, la paridad exige un repensar del sentido mismo de la representación polí­tica, que tome en cuenta la diversidad y la heterogeneidad. La democracia paritaria favorece la inclusión de género de una manera transversal en las polí­ticas de los gobiernos y la adopción de medidas para combatir la desigualdad.

– MMMP: ¿Qué se busca con la paridad?

– GN: La paridad en la representación polí­tica y en los cargos de decisión va mucho más allá de alcanzar un porcentaje determinado de participación femenina, ya sea de 30 o 40%. Aspira a la construcción de una sociedad donde haya mayor democratización, mayor transparencia y mayor apertura a la participación de hombres y mujeres, para que puedan acceder a los recursos que requieren y a la vez sean reconocidos como iguales.

Con la paridad se busca ejercer el pleno derecho a la participación polí­tica de hombres y mujeres; respaldar la representatividad equitativa de hombres y mujeres en todas las instancias de toma de decisiones y de poder polí­tico; lograr que los derechos polí­ticos sean beneficiados por hombres y mujeres sin discriminación alguna; romper con la larga historia de exclusión que ha afectado a las mujeres en los espacios de participación y representatividad polí­tica.

– MMMP: ¿Cómo se alcanza la democracia paritaria, cuáles son los mecanismos y las estrategias que se requieren llevar a cabo?

– Las leyes de cuotas son una estrategia exitosa para incrementar la presencia de mujeres en el Organismo Legislativo y la estructura de los partidos polí­ticos, convirtiéndose en el punto de partida para avanzar hacia la paridad. Sin embargo, ello no es suficiente por sí­ solo. Ya varios paí­ses en América Latina -Ecuador, Bolivia y Costa Rica- han ido adelante aprobando leyes de paridad.

Otra estrategia importante es continuar haciendo visibles las desigualdades que privan a las mujeres del pleno derecho de gozar de todos sus derechos -incluyendo los de participación polí­tica- con el propósito de exigir a las instituciones polí­ticas a tomar en cuenta sus requerimientos y realizar profundas transformaciones institucionales y, en particular, en la esfera privada que conduzcan a una participación más equitativa de hombres y mujeres, donde prevalezca la corresponsabilidad. El reconocimiento de las mujeres como sujetas polí­ticas sigue siendo el mayor reto de la sociedad guatemalteca. Colocar el tema de la desigualdad de género en la agenda pública representa otro reto importante.

Virginia Guzmán y Claudia Moreno plantean en el documento «Hacia un horizonte paritario en América Latina: representación polí­tica de las mujeres» que el debate acerca de la identidad en la región y de la representación polí­tica y paridad, incorpora medidas que combinan la promoción del liderazgo femenino, el fomento a la creación de redes interpartidarias y con la sociedad civil; y el impulso a la asociatividad femenina. Así­ mismo, subrayan la importancia de crear contextos de diálogo entre mujeres y hombres para construir una actuación polí­tica igualitaria.

– MMMP: Uno de los argumentos más utilizados contra el tema de la paridad es la meritocracia. Que se gane el puesto por mérito y no porque se tenga que llenar una cuota. ¿Qué opinión le merece este tema?

– GN: La participación social y polí­tica de las mujeres ha sido y es considerada una estrategia central en la construcción de la equidad de género y en la profundización de la democracia. Por tanto, la paridad es sobre todo un tema de igualdad y justicia social y no una cuestión de méritos. Considerando que las mujeres representamos más de la mitad de la población deberí­amos ocupar también la mitad de los puestos de representatividad polí­tica, sin que ello sea cuestionado.

– MMMP: Otro de los argumentos que se escuchan es el tema de la temporalidad. En democracias jóvenes -se dice- hace falta tiempo para llegar a la madurez que permita equidad en la representación polí­tica. ¿Podrí­amos dejar en manos del tiempo y de la evolución polí­tica este problema de la falta de equidad?

– GN: Definitivamente no es posible esperar a que naturalmente sin intervención alguna se revierta la situación de inequidad y desigualdad. Por el contrario, considero que tratándose de democracias jóvenes debemos forzar el surgimiento de nuevos modelos de relacionamiento y participación incluyentes que reconozcan y valoren la diversidad.

El sistema de cuotas y la paridad no deben ser vistos como mecanismos discriminatorios, sino como mecanismos para corregir las situaciones de desigualdad existentes, no sólo de las mujeres sino de la sociedad en su conjunto. Si hubiera que esperar a llegar a la madurez polí­tica de nuestras democracias, tendrí­an que pasar varias décadas antes de que esto sucediera.

– MMMP: Hay algunos paí­ses -como Canadá por ejemplo- donde no se han adoptado medidas afirmativas y sin embargo la representación de las mujeres es bastante equitativa con respecto a los hombres. ¿Cómo se explica esta situación?

– GN: En efecto, no existe una normativa adoptada que establezca la representación equitativa de hombres y mujeres, se trata más bien de una norma consuetudinaria que ha sido puesta en práctica. Además, Canadá cuenta con un plan federal y una agenda para la igualdad de género en todos los campos, el cual ha sido establecido y exigida su implementación de manera generalizada en todos los ministerios federales, agencias gubernamentales y departamentos. También ha mantenido el liderazgo a nivel internacional en lo que concierne la igualdad de género, el empoderamiento de la mujer y su participación en los procesos de decisión.

– MMMP: Está claro que se requieren otro tipo de cambios, además de los legislativos, para alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres. ¿Qué otras medidas son necesarias? Es imprescindible el cambio de valores y conductas en la sociedad en su conjunto.

– GN: Las medidas que se requiere adoptar para alcanzar la igualdad de género deben tener un carácter integral que abarque todos los ámbitos de la vida polí­tica, social, económica y cultural, que ofrezca oportunidades de acceso a la educación, a la salud, a los recursos económicos, al empleo decente, a nuevos valores equitativos y permita el pleno goce de los derechos humanos de las mujeres.

– MMMP: Es la institucionalidad que se ha creado en relación a las mujeres, suficiente para atender la situación de exclusión y desigualdad de las guatemaltecas. Si lo es, ¿qué hace falta para que funcione de mejor forma? y si no, ¿hacia dónde hay que apuntar?

– GN: Si bien la institucionalidad de la mujer que se ha creado no es suficiente, ésta juega un importante papel como medio de apoyo a las reformas legales, institucionales y sociales necesarias para promover la equidad de género. Al mismo tiempo, es determinante para el desarrollo e implementación de polí­ticas públicas que promuevan la participación de la mujer y la eliminación de las desigualdades en todos los ámbitos de la vida polí­tica, económica y social. Destaca también el papel de ente coordinador de las polí­ticas públicas a favor de las mujeres en el Estado, a fin de asegurar su plena incorporación. Así­ mismo, juega un rol fundamental en asegurar el cumplimiento de los compromisos nacionales e internacionales relativos a la equidad de género por medio del establecimiento de un adecuado sistema de seguimiento y control.

En la medida que la institucionalidad de la mujer logre gozar del reconocimiento, posicionamiento, credibilidad, financiamiento y funcionamiento efectivo para ejercer una decidida influencia en las instituciones del Estado, en el sistema polí­tico y, en particular, en los partidos polí­ticos, se podrán lograr cambios que reviertan la situación de exclusión y desigualdad de las guatemaltecas.

«La participación social y polí­tica de las mujeres ha sido y es considerada una estrategia central en la construcción de la equidad de género y en la profundización de la democracia».