No es cierto que el futuro de una persona, mucho menos que todo un país pueda estar solo en manos de un tribunal o de una sentencia. Me refiero claramente a lo que mantiene a toda la población con los pelos de punta, caminando sobre la cuerda floja: la legalidad o ilegalidad de la candidatura presidencial de la señora Sandra Torres. Si a estas alturas, la Corte de Constitucionalidad, contra viento y marea haya dispuesto darle su consentimiento o la haya rechazado de plano, la actitud de la población guatemalteca debiera seguir siendo la misma, inalterable, apegada a la verdad, a la legalidad, al respeto de los valores y principios que deben privar sobre todas las cosas.
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Si la justicia se aplicó retorciendo la ley por intereses creados ¡qué lástima! Si fue aplicada con estricto apego al derecho ¡qué bueno! Allá los jueces con su propia conciencia. Pero cualquiera que haya sido la resolución jamás debiera servir para ahogarnos en un vaso de agua. Al contrario, nuestro deber es seguir ¡impertérritos! apegados a los dictados de nuestra conciencia, luchando contra la mentira, la falsedad, la manipulación y la violación de todas las normas útiles para construir sólidamente a un país y no seguir provocando más todavía su desmoronamiento.
Hace poco, un viejo amigo me planteaba esta interrogante: ¿Por qué te veo tan tranquilo ante la posibilidad de que a Sandra Torres la Corte de Constitucionalidad le consienta su ilegal candidatura impulsada desde el oficialismo? Porque si esa fuera, con más ahínco, debiéramos seguir rechazando lo falso, lo malo, lo espurio y tantas cosas más perjudiciales para el país, como para nosotros mismos. Debemos entonces no solo apelar a la honradez, honorabilidad, imparcialidad y rectitud de los jueces, sino a la actitud de la población para que a la hora de ejercer su voto, sus valores sigan siendo los mismos. Ya lo hicimos una vez. Con Ríos Montt, nosotros, el pueblo, ratificamos el deseo de dar UN ROTUNDO NO a su candidatura. ¿Por qué entonces abandonar la postura del rechazo a la imposición, a la manipulación y a la cada vez más sucia politiquería imperante del oficialismo?
Ya es hora de dejar de depender de lo que hagan otros, al contrario, ya es tiempo de decidir por nosotros mismos, de ser nuestros propios jueces. Si prefiere al general Pérez, pues vaya y vote por él y si en cambio prefiere a Suger, a doña Adela, a doña Rigo o a Gutiérrez, levántese temprano el domingo 11 de septiembre y con todo ánimo vaya y vote por quien a usted mejor y razonadamente le plazca. Podrá echarle sapos y culebras a quienes con todo cinismo y desparpajo vayan a seguir mintiendo, manipulando y hasta comprando la voluntad de la gente, pero piense en positivo, allá ellos y su conciencia, porque de usted y de nadie más depende el futuro del país.