Tomo este decir popular, en relación al plan Viaje Seguro realizado por las fuerzas del orden, consistente en los abordajes de buses del transporte colectivo. El propósito consiste en proteger a los usuarios del servicio, lo mismo que a los pilotos.
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En defensa del cúmulo de hechos delictivos ejecutados por antisociales que tiempo ha, cometen fechorías en el interior de las unidades, todos los pasajeros están a merced de esos grupos al margen de la ley que ya hicieron su modus vivendi, armados hasta los dientes.
El decir de mérito va a propósito de cómo los malandrines controlan el funcionamiento de dichas fuerzas combinadas, de tal modo que logran escabullirse a tiempo. Pero al nada más retirarse, vuelven a las andadas, o sea el juego del ratón y el gato.
Según informaciones pertinentes, quienes integran el plan Viaje Seguro no es una cantidad exorbitante, y como quiera que sea, cada unidad del transporte urbano colectivo ejecuta durante el día varias vueltas. Esa misma circunstancia impide un mejor control.
Hasta el momento, todo parece demostrar que resulta imposible destacar permanentemente al menos un elemento en cada «camioneta» y «ruletero». Solamente así en sentido positivo el plan mencionado tendría el mejor de los logros en favor de los usuarios.
De consiguiente, el panorama continúa sombrío, perjudicial y problemático. Víctimas vienen a ser por igual, pasajeros y pilotos. Sin embargo, tampoco representa algo sumamente difícil de llevar a feliz término, pese al ensanchamiento de las llamadas «maras».
Sobrada razón asiste a los pilotos del servicio para curarse en salud. A tal extremo llegó el caso de barbarie en contra de la existencia de los agremiados y que guían la enorme cantidad de unidades, referente a pilotos mozos y mayores que ellos mismos concluyen diciendo que ahora ser piloto y exponerse a diario como si fuese ruleta rusa.