Un notable esfuerzo promovido por la Universidad Rafael Landívar se ha centrado en fomentar campañas para erradicar el racismo en los medios de comunicación y para el efecto existe un Observatorio bajo los auspicios del Instituto de Lingí¼ística y Educación de esa casa de estudios. Nos da gusto de tener alguna participación en el esfuerzo porque reconocemos la existencia de gestos racistas en el comportamiento social de los guatemaltecos y consideramos esencial ese tipo de proyectos para mejorar la calidad de las relaciones entre los habitantes de nuestro país.
Viene a cuento lo anterior porque hemos recibido muchas comunicaciones críticas con relación a una reciente columna publicada en la página editorial de La Hora, en la que nuestro colaborador Fernando Mollinedo atacó a los agentes de la Policía Municipal de Tránsito, diciendo que el cambio de uniforme es como vestirlos de seda, sin que ello les cambie su ancestro indígena que asocia con falta de cultura y mala educación.
El comportamiento de cualquier autoridad es y debe ser objeto de crítica, sobre todo cuando se busca mejorar su actitud en beneficio de la población. Pero asociar un mal comportamiento al «ancestro indígena» nos parece en realidad impropio y resultado de esas fijaciones culturales que hay entre los guatemaltecos que seguimos recurriendo a argumentos que se basan en la ancestral descalificación del indígena al que en muchos sectores se asocia con toda clase de defectos y males.
Entender y conocer la cultura de nuestro pueblo nos llevaría a reconocer que existe entre la mayoría indígena una serie de altos valores que debieran ser ejemplo para la sociedad en su conjunto. En cambio, el prejuicio racial nos sigue llevando a proferir expresiones que, a lo mejor, no son razonadas sino que se sueltan impetuosamente como consecuencia de ese sello que hemos forjado durante muchos años.
A todos nos ha pasado alguna vez la repetición de alguna frase que forma parte del conjunto de expresiones populares en el país que tienen un profundo contenido racista. Y lo hacemos sin reflexionar sobre el impacto de esos dichos que hemos escuchado durante muchos años y que repetimos sin asumir el alcance de la ofensa que causamos ni de la falsedad de la premisa en que se basan. Nuestro indígena no es un ser inferior como lo pinta ese conjunto de expresiones y refranes que hay en el país.
Nunca censuramos las opiniones y en el caso presente creemos que la publicación de ese insulto sirve para que la sociedad haga una reflexión sobre nuestra tendencia a la discriminación por cuestiones raciales y a generar un debate que nos haga recapacitar y para entender la existencia de un racismo profundo.