«El que siembra vientos, cosecha tempestades»


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Poco más que tempestad puede ser el calificativo que se ajuste a la violencia que nos sacude de manera inmisericorde. Ante esta no logramos reaccionar colectivamente de forma efectiva. Si lo que padecemos es una vorágine de sangre, muerte y dolor; si esta es la cosecha, ¿en qué momento fueron “sembrados los vientos? Como en casi todo hecho importante en nuestra sociedad, ante tal escenario existen dos grandes explicaciones respecto de las causas del actual estado de cosas. Ambas cargadas de ideologí­a, por lo tanto contrarias entre sí­.

Walter Guillermo del Cid Ramí­rez
wdelcid@yahoo.com

 


El señor Giovanni Fratti Bran, anoche, en su programa Estamos al aire que se difunde por Radio “Fabulosa” en el 88.9 FM, afirmó varios supuestos de tal instante. í‰l asume que fue a partir de la suscripción del Acuerdo de Paz, en 1996, que comenzó la debacle cruenta que nos azota, afirmó además, que el entreguismo enfermizo que concesionó el Estado de Guatemala ante la Misión de Naciones Unidas para verificar el cumplimiento de los Acuerdos de Paz, Minugua, es parte del escenario proclive al actual estado de cosas, consuma sus afirmaciones deplorando la presencia de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, CICIG y concluye indicando que tal fracaso es parte del pensamiento izquierdista que predomina en el actual gobierno. Todas las citas para reiterar la ausencia de capacidad para darnos a respetar por nosotros mismos y más aún para generar dentro de la comunidad internacional un halo de cooperación y no de subordinación, tales las consideraciones expresadas en el programa citado.

Este tipo de explicación es avalada por otros connacionales que se cobijan en la defensa de la llamada “libertad de la persona”, aquellos que también impulsan la reducción y anulación del Estado, su disminución porque según ellos, en tal estructura se cobijan las más perversas manifestaciones que atan la libertad de las personas y restringen la capacidad emprendedora con sus reglas, papeleos y obstáculos. Otra forma de argumentar en pro de una ausencia de normas y leyes que nos permitan a todos alcanzar oportunidades de desarrollo. Un moderno anarquismo refundido en esta corriente de pensamiento.

Por aparte, con un poco de mayor acuciosidad histórica, afirmo y me uno a quienes señalan que este escenario tiene como punto de partida la exclusión, la discriminación y el atropello contra una mano de obra empobrecida a costa de su marginación y de negación de oportunidades (reales) de desarrollo como seres humanos. Es decir, tiene como causa una estructura económica que fundamenta su riqueza sobre la base de la explotación de una mayorí­a segregada de una alimentación que la nutra, de una salud que le prevenga enfermedades y de una educación que le ayude a trascender. Este actual estado de cosas tiene su raí­z en el tipo de Estado que ha sido edificado por la mentalidad oligarca, que se ha desenvuelto cuales feudos, que nos han negado la posibilidad de modernizar y democratizar efectivamente a nuestra nación y ahora nos hacen ví­ctimas a todos de esta sombrí­a situación que nos envuelve con su muerte, su dolor y su luto generalizado.

El punto de reflexión es importante para que entendiendo las causas del mal que nos aqueja, podamos encontrar los elementos para el tratamiento que nos ayude a superar la violencia imperante. Ante tales nociones caemos en la cuenta que hoy por hoy, en el importante momento electoral en el que nos encontramos, no aparece una propuesta en materia del combate a la criminalidad, más allá de lo propagandí­stico. Se anuncian plazos impuestos por los propios aspirantes y se ofrecen medidas como que si tales acciones podrán ser emprendidas por un conjunto de personas, ausentes por ahora, y que habrán de surgir como producto de una generación espontánea. Si el populismo es ofrecer lo que las mayorí­as quieren oí­r, estas promesas son parte de un esquema que al caerse terminará por generar nuevas frustraciones y ataques más enconados de esa delincuencia a la que no se le logra combatir con certeza y habilidad. Al final, si yo me equivoco habrá ganado la sociedad.