El próximo 11 de septiembre, elegiremos a los funcionarios que a partir del 14 de enero del 2012, desde la Presidencia, Congreso y municipalidades, administrarán nuestro país por los próximos cuatro años.
Desafortunadamente, por la falta de madurez ciudadana que aún predomina y leyes electorales deficientes, muchos de ellos, reconocidos como corruptos y/o incapaces, serán reelegidos.
Lamentablemente también, todavía muchos de los que asumen o continúan en el poder, interpretan la confianza, merecida o no que les tiene el pueblo, como una carta blanca o peor aún, una licencia de corso para enriquecerse ilícita e impunemente.
Sobran ejemplos de millonarios hechos en cuatro años o menos y estoy seguro amigo lector, que todos conocemos uno o varios de estos nefastos y desvergonzados parásitos a quienes hay que señalar y evitar darles la mano.
Pero afortunadamente hay ya claros y alentadores indicios de que el abuso, la corrupción e impunidad de los funcionarios está llegando a su fin en nuestro país y el mundo. Por lo menos en la China continental son ya varios los casos sumarios de pena de muerte a funcionarios ladrones y/o incapaces que con sus actos han afectado el bien común.
Aunque nosotros aún no hemos tenido tanta suerte, por lo menos hemos visto ya funcionarios del más alto nivel que han sido sentenciados por corruptos en Nicaragua y Costa Rica. En Honduras un presidente perdió su posición por pretender ser superior a la ley.
En nuestra Guatemala, un expresidente guarda prisión y varios funcionarios de su gobierno han sido sentenciados por actos de corrupción. Otros funcionarios de ese gobierno, de gobiernos anteriores o actualmente en funciones, enfrentan acciones legales que aunque obstaculizadas por todo tipo de artimañas legales, siguen avanzando. Confiamos que pronto llegaran a resolverse dentro de la más absoluta justicia y serán lección para todos los que abusaron o pretendan seguir abusando del pueblo.
A los funcionarios electos no hay que dejarlos olvidar que solo son servidores temporales del pueblo, sujetos de fiscalización y castigo si se desvían del camino correcto y su responsabilidad se extiende por 20 años después de terminados sus periodos.
Nosotros como ciudadanos debemos hacer las cosas bien. El primer paso para lograr un cambio verdadero es que elegir responsablemente a las personas en quienes delegaremos nuestro poder soberano y luego que les acompañemos cercanamente, durante su gestión apoyándoles cuando lo necesiten y corrigiéndolos con la ley en la mano, sin dilación ni consideraciones, cuando pretendan violar la ley, ignorarla o ser superiores a ella.
Debemos conocer y usar ampliamente, los recursos legales que nos permiten fiscalizarlos y removerlos si fuera necesario. Es hora de cambiar de pueblo engañado a ciudadanos responsables y de gobernantes endiosados a servidores públicos eficientes, respetuosos de la ley que entiendan, sin pretender darle vueltas, que la soberanía proviene del pueblo.