El promedio y la gran iniquidad


Siempre al finalizar un año se publican cifras e indicadores que se basan en datos estadí­sticos que reflejan promedios de la situación social y así­ vemos que los datos permiten colocar a las naciones en un escalafón que mide su nivel de desarrollo y de satisfacción de las principales necesidades humanas.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

Sin embargo, tomando en cuenta los enormes rasgos de inequidad que hay en algunos paí­ses, entre ellos Guatemala de los más destacados, hay que tener mucha desconfianza de esos indicadores que se basan en promedios, porque la verdad es que están muy lejos de la realidad. Siendo tan enorme la brecha que existe entre pobres y ricos en algunos paí­ses y tan desigual la cantidad de unos y otros, hablar de promedios es maquillar la realidad nacional.

Empezando por el ingreso per cápita, que es una de las cifras más importantes para medir a los paí­ses por el rendimiento de sus economí­as, tenemos que ver que en lugares como Guatemala la enorme concentración de riqueza en pocas manos plantea un serio problema para la medición, porque a la hora del promedio los datos resultan mucho mejores de lo que realmente significa el ingreso para la inmensa mayorí­a de la población que se debate en la pobreza. No podemos medir los niveles de ingesta alimentaria en el paí­s con el parámetro del promedio, porque el mismo oculta buena parte de la dramática realidad que hay con la desnutrición infantil que se convierte en flagelo de largo plazo, porque marca para toda la vida a generaciones enteras de gente que verá limitada su capacidad fí­sica e intelectual por la falta de alimentación en el perí­odo crucial del crecimiento.

No quiere decir esto que haya que descartar los indicadores que periódicamente se nos dan sobre nuestra situación, especialmente en el campo del desarrollo humano y las condiciones sociales, sino simplemente que tenemos que matizar esas cifras con el conocimiento de nuestra realidad que plantea desigualdades extremas, con muchos careciendo de todo y pocos con abundancia de bienes y satisfactores.

Y la otra conclusión que tenemos que extraer de estas reflexiones es que no basta con aumentar producción para mejorar los indicadores. No es suficiente que un paí­s como Guatemala mejore su producto interno bruto para elevar el ingreso per cápita de sus habitantes, sino que además de ese esfuerzo se tiene que trabajar para lograr condiciones más equitativas para todos los habitantes del paí­s. Creo que es imperativo plantear la necesidad de utilizar la ví­a fiscal que históricamente ha sido la utilizada por los distintos paí­ses para lograr equilibrar las condiciones de vida, aún entendiendo que siempre los que nacen en hogares más acomodados tendrán ventajas, aunque sólo sea por el nivel de relaciones o por la diferencia entre los conocimientos que se puedan adquirir en el mismo hogar cuando está la presencia constante de los padres y existe acceso a variadas formas de conocimiento.

Creo que es fundamental que tengamos esa visión crí­tica de los datos que nos proporciona la estadí­stica a la hora de realizar mediciones de nuestras condiciones en el paí­s y que los polí­ticos que aspiran a dirigir nuestros destinos comprendan que nuestra realidad es muchí­simo más dramática de lo que se refleja en esos indicadores, porque los mismos no contemplan el grave desequilibrio que hay en nuestra sociedad con la brecha tan gigantesca entre las condiciones de vida de los que lo tienen todo y aquellos que carecen hasta de lo indispensable para vivir.

Es una lástima que la gente que toma decisiones en nuestro medio tenga tan escasa conciencia social, porque ello impide abordar con más claridad una estrategia nacional de mediano y largo plazo.