El problema de la desnutrición infantil


A los funcionarios de gobierno (anteriores y actual), a la Procuradurí­a de los Derechos Humanos (desde que existe), a los candidatos a la Presidencia (que ya se están aprovechando de esta situación), a los lí­deres polí­ticos apoltronados en el Congreso; a los medios de comunicación (particularmente a los sensacionalistas); a las y los columnistas de Prensa (sobre todo a los de morbo protagónico); a los amos del CACIF (que sólo se preocupan de sus propios intereses). En fin, a todos los actores de la vida civil

Lic. Mario Roberto Guerra Roldán

PREGUNTO: ¿Es hasta ahora que se dieron cuenta de la pobreza del paí­s? ¿Hasta el presente se enteraron de la desnutrición crónica que padecen los niños del ámbito rural?

¿Están seguros que estos problemas se resolverán en corto plazo, por más «frentes» que formen?

En los años 60 el doctor. Manuel Monsón Malice (así­ lo escribí­a), filmó dos pelí­culas directamente en el ámbito campesino, en dos años consecutivos: «Sí­ndrome de Pluricarencia Infantil» y «íngeles con Hambre», que reflejan con crudeza y dolor la desnutrición de nuestros infantes. Con ambas obtuvo sendos Premios Cannes y, consecuentemente, el Gran Premio de Francia. De ello hace 45 años o más.

A través de tantos años ¿Qué han hecho los gobernantes? ¿Qué soluciones efectivas han presentado nuestros polí­ticos de pacotilla? Los llamados expertos y analistas, que hoy abundan ¿En dónde están sus estudios al respecto? Todos son como los fariseos que confrontó Cristo.

Los que desconocen la estructura y la naturaleza jurí­dicas del Estado, dicen que el nuestro es un Estado fallido. Lo que ha fallado es el sistema, que amerita una reforma sustancial en lo social, lo económico y lo polí­tico. No la llamada Pro Reforma, eso es peor. Se debe comenzar por una reforma esencial al sistema polí­tico. Los partidos ya no deben ser grupos electoreros regidos por una élite que se perpetúa en la cúpula de mando y que cobijan en su seno a personas sedientas de poder, aunque sea local, sin preparación, sin escrúpulos y sin principios éticos, como lo vemos diariamente. Mientras esto no cambie, seguiremos siendo más pobres, más atrasados, a pesar de la gran riqueza de un sector privilegiado que ha marcado un gran abismo con el resto de la población, como se ve en las inversiones en megaconstrucciones, lotificaciones en zonas privilegiadas, grandes importaciones y exportaciones, en el auge de centros comerciales (el sector menos productivo para el paí­s).

Si queremos erradicar la pobreza extrema, la violencia y la falta de desarrollo, despojémonos del egoí­smo, de intereses creados, del odio, del rencor, del resentimiento social, de toda clase de discriminación, e imbuidos del más alto patriotismo, unámonos en un solo bloque para hacer de Guatemala una nación libre de temor, libre de miseria, libre de prejuicios, o sea un paí­s grande y próspero.