El principio de una gran derrota


El 28 de julio del presente año, escribí­ una opinión sobre la gran derrota del Ejército de Guatemala, pero por cuestiones de espacio no me fue publicada. En ese entonces desconocí­a que el presidente Colom tení­a familia guerrillera, de que un ex guerrillero ocuparí­a el lugar de Quintanilla y que la hermana de un intelectual de la guerrilla, ocuparí­a el cargo de director de la Policí­a Nacional Civil, por lo que el tema no sólo adquiere actualidad, sino que confirma aspectos que en esa opinión se vertí­an. Además de lo anterior, me hizo recordar esta opinión no publicada, por las declaraciones tan salvajes del jefe de la guerrilla colombiana, que se jacta del impacto de los campos minados empleados para que los soldados vuelen en pedazos o queden mutilados.

Guillermo Castañeda Lee, Ced. R-19 No. 997, Teculután, Zacapa

«Cuando sale en las conversaciones el tema de la lucha armada en Guatemala, aquí­ y en el extranjero, se dice que el Ejército de Guatemala exterminó casi la totalidad de los miembros de la guerrilla, pues de 12 a 15 mil combatientes que fueron en algún tiempo, al final ya no contabilizaban más de mil.

También se dice que el éxito del Ejército, se debió a que usó las mismas tácticas y las mismas artimañas que usaba la guerrilla, tales como el engaño y otros elementos que son comunes únicamente en los grupos insurgentes y no en los ejércitos regulares.

No se debe de creer que fue algo fácil, pues también fueron miles de soldados los que murieron, más los que quedaron incapacitados al perder partes de su cuerpo con las famosas trampas cazabobos, siendo que no sólo soldados sufrieron esta incapacitación, sino miembros de las comunidades que estaban en las cercaní­as de los campos minados.

A pesar de la clase combatiente fue casi exterminada, la clase intelectual quedo casi intacta, pues por cada uno de ellos que morí­a, se levantaban miles de voces de protesta a nivel mundial, pues contaban con delegados en casi todos los paí­ses, siendo que en Washington el encargado de cabildear ante el Congreso era el señor Frank La Rue, quien tení­a una participación activa y casi logra que se estableciera un bloqueo marí­timo contra Guatemala. Estas voces de protesta, le dio una especie de inmunidad a la clase intelectual.

Se llegó a la firma de la paz, no conozco en realidad los acuerdos, pero lo que si le sé decir, es que a partir de los acuerdos se continuó con una guerra para la cual el Ejército de Guatemala no estaba preparado y aunque lo estuviera, en un régimen democrático su campo de acción es limitado.

Así­ vemos que con el Gobierno de Portillo la intelectualidad de la guerrilla empieza a escalar posiciones, siendo que han llegado hasta ocupar altos puestos de elección popular, llegando al extremo que en la actualidad, ex miembros de la guerrilla, ocupan altos cargos y hasta han logrado autorización para revisar los archivos del Ejército, siendo su sueño, encarcelar a todos los que los combatieron.

Por eso es lo que en apariencia fue un gran triunfo, parece que fue el principio de la gran derrota».