El primer comprometido


Editorial_LH

Se ha lanzado al ruedo el tema de la reforma al Estado y mientras la discusión se mantiene sobre si con una Asamblea Nacional Constituyente, si una consulta popular o simplemente con la aplicación de la actual Constitución con el respaldo de las leyes que sea necesaria, debemos entender que el compromiso de realizar la batalla por cambiar la estructura y el resultado es irrenunciable.


No podemos esperar que sea el presidente Pérez el encargado de asumir la responsabilidad de lo que se obtenga con la reforma.  Pérez fue partícipe de un ejercicio ejecutivo en la década de los 90´s cuando fue jefe del Estado Mayor Presidencial de Ramiro de León Carpio.  Desde ese momento y ahora como mandatario, puede tener una interesante perspectiva de cómo el poder se ha modificado y cómo es que el resultado de su ejercicio no cumple con el fin del “bien común”.  Basados en eso, Pérez hace bien en plantear la reforma y el impulso que le dé es lo que marcará históricamente las intenciones que tuvo para plantearla. Pero no es el responsable.

Pero tampoco se la podemos lanzar a los diputados.  Vemos ahora que quienes han actuado con total desfachatez en el ejercicio legislativo, se sienten amenazados o intimidados por la intención de contarles las costillas y realizar los cambios necesarios para que ya no se siga simplemente entregando un poder para que hagan lo que les dé la gana sin tener que volver a rendirle cuentas a sus representados.  Y siendo esta situación como tal, tampoco se puede esperar que vayan a ser los partidos políticos los que salgan a defender los intereses y velar por un planteamiento de reforma que termine beneficiando a los ciudadanos y no a sus dirigentes.
 
 Es entonces que el primer comprometido a participar en las discusiones para demarcar el objetivo que se busca, luchar por que se respete esa intención ciudadana para obtener el bien común y vigilar que la reforma del Estado se lleve a cabo tal y como más nos conviene, somos los ciudadanos quienes debemos manifestar, de esta manera, nuestro cansancio con la permanente intención de querernos ver la cara de babosos.
 
 Es de tener mucho cuidado de no solo dejarse llevar por “lo nuevo” y poner firmas porque se enteran que hay una intención de “cambiar lo que tenemos”.  Claro que estamos cansados y hartos, pero por eso mismo tenemos que ser muy cuidadosos para escuchar, plantear, discutir y entender lo que estamos apoyando o a lo que nos estamos oponiendo.  En estos momentos, dejarnos llevar por una nueva manipulación, sería terrible.
 
 Es importante que el primer comprometido con una reforma del Estado sea el ciudadano, el miembro de esa sociedad que hoy no tiene más opción que heredar a sus hijos un sistema que los obliga a defenderse y no a desarrollarse.  Guatemala merece nuestro mejor esfuerzo.
 
 
Minutero:
No esperemos que nos digan
cómo se hace la reforma;
y tampoco a quienes guían,
imponiendo su forma