El PRI regresa tras dos sexenios


Oscar-Clemente-Marroquin

Hace doce años, el PAN llevó a Vicente Fox a la presidencia de México poniendo fin así a la dictadura del Partido Revolucionario Institucional y ofreciendo que se abría una nueva etapa en la historia del vecino país. Dos períodos más tarde, el mismo PRI que era visualizado como la fuerza política de los dinosaurios mexicanos, regresa por voluntad popular y, lo más importante, a retomar el sistema que permanece intacto porque los panistas fueron incapaces de desmontar la estructura que sirvió por décadas a uno de los más formidables aparatos electorales que se hayan conocido.

Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt


Creo que lo más importante en este momento es reconocer que el PRI vuelve a encontrar el aparato intacto porque, como ha ocurrido en Guatemala, mucha gente pensó que bastaba con salir de los priístas para cambiar al país, igual que se dijo en nuestro país cuando se habló tanto de la corrupción del portillismo, sin entender que el problema no es de personas sino de estructuras y que es eso lo que se tiene que cambiar.

Para que el sistema político mexicano cambiara radicalmente hacía falta mucho más que ganar una elección. Era necesario tomar en cuenta que durante muchos años toda la estructura política y social del país estuvo bajo el control de la formidable maquinaria del PRI que se supo agazapar mientras pasó el chaparrón y, sobre todo, se beneficia por la superficialidad de los regímenes del PAN que nunca entendieron la dimensión de su responsabilidad porque les resultó más fácil utilizar las mismas mañas para hacer sus propios negocios y por lo tanto no les convenía entrar por una senda de transparencia, de rendición de cuentas, de auténtica honestidad en el manejo de la cosa pública.

Y conociendo la probada astucia política de los llamados dinosaurios, ahora veremos que el PRI va a poner en la picota al PAN como nunca lo supo hacer este partido con ellos y se puede anticipar el reinicio de un régimen de largo plazo para los mexicanos. Un reinicio que hay que ver más como consecuencia de la incapacidad de la derecha que como un éxito del viejo partido político de la revolución mexicana.

Como en Guatemala, la transparencia sirve únicamente como discurso para encaramarse al poder, pero una vez logrado ese objetivo se convierte en un tema molesto que se termina engavetando porque lo que importa es continuar con los negocios. Ciertamente en el gobierno del PAN en México, como ocurrió en Guatemala con sus  pares, la corrupción se sofisticó y, curiosamente, fue menos escudriñada por la opinión pública que se sintió tranquila y satisfecha con haber sacado a los priístas del poder.

Hasta el fraude electoral que fue el sello que se achacó por siempre al PRI, volvió a ensombrecer a México en las elecciones de hace seis años, cuando el triunfo de Calderón fue tan cuestionado, pero lo que nunca cambió fue la utilización del aparato, del sistema público mexicano, para enriquecer a los que tienen el poder y para crear sus camarillas de multimillonarios gracias al saqueo de los fondos públicos.

Creo que el retorno del PRI, que muchos ven hoy como un gran retroceso para un país que había salido de la dictadura de ese partido, es imputable al PAN que nunca se preocupó por reformar el sistema y mantuvo intactas las estructuras que no sólo hicieron florecer la corrupción sino que, manejadas con habilidad política, serán el cimiento de un nuevo régimen priísta.

Mientras en estos pueblos no se entienda que el problema es más que de personas, que es realmente estructural, tenemos que resignarnos a vivir en medio de la corrupción.