¿El Presidente Sastre?


A Tomás Borges Martí­nez, el ex temible ministro del Interior de Nicaragua y el único fundador vivo del Frente Sandinista, hace muchos años en los ambientes populares le apodaron el «Ministro Sastre». Resulta que el ahora embajador del Perú, a cada momento, frente a situaciones en las que tení­a que trabajar y lo poní­an en aprieto, terminaba diciendo: «Tomaremos medidas y resolveremos los problemas». La gente, cansada de tanto escuchar eso de «tomaremos medidas», con humor terminaron por no llamarle nunca más por su nombre.

Eduardo Blandón

Recuerdo la historia, ahora que ílvaro Colom dice que «tomará medidas» para resolver la crisis que nos aqueja, como consecuencia, según dicen los expertos, de los altos precios del combustible y la alicaí­da economí­a de los Estados Unidos. El Presidente parece anticiparse, como lo hacen las personas inteligentes, a situaciones en las que por el maltrecho manejo de la casa, pueda perder la credibilidad y el liderazgo.

Hace bien el gobernante en preocuparse porque nada puede salir bien con una mala economí­a. El ejemplo lo tenemos a la vista, no sólo en la experiencia lejana de algunos paí­ses africanos, sino también, más cerca, en los problemas que atraviesa Haití­. Y, si ahora, el subsidio casi no alcanza para el vaso de leche ni la Incaparina, mañana puede ser peor, cuando el viagra, por ejemplo, para la clase media, sea un artí­culo de lujo.

Lo que serí­a óptimo es que Colom no sólo se quede en «las medidas», sino que las ejecute y éste es, para decirlo en buen chapí­n, «el camote». Aparecer frente a la pantalla hablando de «medidas» y «pobres» es relativamente fácil, lo problemático es «hacer algo» por ellos. Sobre todo si para «hacer» se dependa no sólo de sí­ mismo, sino también de otros. Porque, aceptémoslo, la crisis no sólo es «la crisis de Colom», sino «nuestra crisis»: la del CACIF, la de las organizaciones populares, la de las ONG»s, la de la Iglesia… Un poco la de todos.

Evidentemente, Colom es el que tiene la mayor responsabilidad frente a nuestro complicado presente, porque es, en términos metafóricos, la cabeza del hogar. Pero, en realidad, salir a flote en las circunstancias actuales es tarea de todos y no debemos dejar la exclusividad a los polí­ticos para que inventen la solución. En teorí­a, deberí­amos organizarnos y participar para impulsar un proyecto común que nos permita no sólo resolver la crisis, sino crecer y evolucionar.

Colom debe ser efectivo y dar muestra de seguridad en sus iniciativas. No debe «aparentar», como hasta ahora, ser un gobernante dudoso, demasiado reflexivo y miedoso. ¿Puede ser llamado «lí­der» un tipo a quien le tiemblan las piernas y muestra vacilación en cada decisión? El Presidente no debe dar marcha atrás luego de determinarse por algo, ese bamboleo le hace mucho daño a él y nos deja a los ciudadanos, psicológicamente, en la inestabilidad existencial. Uno se pregunta: ¿Y ahora qué va a hacer el pobre hombre?

Ojalá tome en cuenta la crí­tica (la de todos) y se ponga las pilas. Si se trata de apodos, es preferible que le llamen a futuro «el Presidente Sastre», por las medidas que en sus cuatro años de gobierno tomó, no sin esfuerzo de realización, a ser recordado como «el presidente de-sastre». Ya veremos qué le depara el destino.