“El Presidente no se equivoca”


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Es a partir del imperativo constitucional contenido en el artículo 182, que exclusivamente para el ejercicio del cumplimiento de sus funciones, el Presidente “actuará en consejo de ministros” y más aún, que “representa la unidad nacional y velará por los intereses de toda la población”, en consecuencia el Presidente no se equivoca. Esa supremacía jerárquico funcional es la que torna a los ministros como “los fusibles” a ser prescindibles cuando en efecto se producen las fallas humanas en el ejercicio de la presidencia.

Walter Guillermo del Cid Ramírez
wdelcid@yahoo.com


En la ideal cadena escalonada en la que se conforma el aparato estatal a su vez, en el Despacho del Ministro del que se trate, éste no se equivoca, lo harán sí sus Directores Generales y así sucesivamente se produce el descenso hasta los niveles elementales. Aquel refrán de “la pita se rompe por lo más débil” apuntala lo antes afirmado. En esa cadena escalonada se desciende y desciende hasta llegar al primer “escaño” que es algo así como la base de todo el andamiaje de la estructura pública. Para demandar una efectiva atención del servidor público el orden idealmente se invierte.

En el ejercicio de la función pública al más alto nivel se ha de producir obligadamente la gestión de colaboradores de confianza, debidamente capacitados para ofrecer lo mejor de sus aptitudes y conocimientos para conducir el mandato estatal en pro de los “intereses de toda la población”. Eso es lo ideal. Es el deber ser. Ha sucedido sin embargo, que en las últimas semanas se han evidenciado sendos resbalones en los que se ha hecho incurrir en imprecisiones a nuestro representante de la unidad nacional. De todos los errores y horrores en el desempeño de esta función pública quizás la más lamentable equivocación se encuentre alrededor del desaguisado contenido en la denominada “actualización tributaria”. En esta como en otras ocasiones ha privado una obstinación cuyo costo tendrá enormes repercusiones para la conducción del Estado. Ha habido una persistente actitud de no reconocer los desatinos y contradicciones contenidas en varios de los artículos ahora impugnados y que paulatinamente irán dejando de cobrar validez. El caos tributario no es responsabilidad del ente recaudador. La caótica escena de posible desfinanciamiento y otras repercusiones negativas que afectarán directamente las arcas públicas, tienen un responsable directo. Este funcionario le falló al Presidente en más de una ocasión. Pero ahora, con su obstinación le ha fallado al país. Ha defraudado a “los intereses de toda la población”.

He tenido la suerte de estar presente en varias solemnes investiduras de ministros de Estado. Recuerdo aquella frase que al final del juramento de fidelidad y cumplimiento a la Constitución Política de la República, se cierra con “… y si no lo hicieres que la patria os lo demande”. La salida de este atolladero es uno de los escenarios más complejos. El rumbo del país se verá afectado en múltiples actividades. No hubo aplicación del sentido común. No hubo humildad para rectificar antes de caer en el enorme yerro. Como el Presidente no se equivoca y sus ministros sí, ahora se habrá de dejar venir un conjunto de deducciones penales y civiles. Hay múltiples razones para demandar a este funcionario y su equipo “por el incumplimiento a la patria”. Tristemente no es el único caso. Pero es el que más nos afectará a los contribuyentes, a la población en general. ¡Qué jornadas nos esperan en breve!