El Presidente más pobre del mundo


Eduardo_Villatoro

Mis contados lectores se habrán percatado que en más de una ocasión he procurado acercarme al pensamiento y a la sencilla personalidad del presidente uruguayo José Mujica, uno de los más correctos, decentes y probos mandatarios de América Latina.

Eduardo Villatoro


Ahora me proponía resumir una de sus más recientes exposiciones en torno a la niñez, la educación y la cultura, sobre todo porque es evidente que los guatemaltecos rasos que no aspiramos al poder en ninguna de sus manifestaciones, nos frustra con amargura observar el desprecio de los políticos que han gobernado a Guatemala durante las últimas décadas hacia las necesidades más sensibles de la población, de suerte que yo, personalmente, siento una sana envidia de los habitantes de Uruguay porque cuentan con un mandatario del talento, la calidad y humildad de “Pepe” Mujica, como le dicen familiarmente sus compatriotas.

Decía que mi propósito era abocarme al discurso que pronunció el exguerrillero devenido en uno de los estadistas latinoamericanos contemporáneos más sobresalientes, pero dejaré para otra oportunidad esas reflexiones, en virtud de que leí en la Internet una nota titulada “José Mujica, el presidente más pobre del mundo”, cuyo contenido no vacilo en intentar sintetizarlo. Dice así:

Una de las ideas que más repiten los habitantes de cualquier país afectados por los recortes a los servicios públicos (y los decepcionados por los negocios oscuros que enriquecen más a poderosos empresarios y a políticos inescrupulosos, agrego de mi parte), suele ser ¿Por qué los altos funcionarios no reducen sus salarios? Los autos y helicópteros oficiales, los dobles y triples sueldos, las dietas, viajes y recepciones son severamente cuestionados.

Quien haya alimentado esa fantasía puede encontrar algo parecido a su respuesta en José “El Pepe” Mujica, considerado el presidente más pobre del mundo. No es que Mujica cobre poco dinero por presidir su país y ejercer de Comandante en Jefe, porque su estipendio es de alrededor de 250 mil pesos uruguayos al mes (unos 12,200 dólares). Lo que ocurre es que dona el 90% de su salario mensual a fondos de ayuda social, administrado por su fuerza política, el Movimiento de Participación Popular.

“Pepe” Mujica, empero, se queda con unos 20 mil pesos (casi mil dólares). “Con ese dinero me alcanza y me tiene que alcanzar. Hay otros uruguayos que viven con mucho menos”, explica; aunque el Presidente no pasa penurias: vive en una chacra (granja) a las afueras de Montevideo (la capital), que es propiedad de su mujer, la senadora Lucía Toplanski, donde él tiene sus cultivos. Está vigilada por unos pocos policías que aceptó a regañadientes.

Su vehículo oficial es un Chevrolet Corsa, pero prefiere conducirse en un viejo Volkswagen, que es su única propiedad, según informes de la Junta de Transparencia y Ética Pública, mientras que su mujer también ofrenda parte de sus ingresos. Además, ha propuesto donar hasta su jubilación presidencial, en un país cuyos expresidentes cobran cifras astronómicas cuando dejan el cargo.

Su sencillez se demostró un día de estos cuando a bordo de su “Escarabajo” llegó a una ferretería de su barrio a comprar una tapa para su inodoro, y con la misma tapadera entre las manos fue a ver a un modesto equipo de futbol de segunda división, para motivar y ofrecerle a los jugadores llevarlos a “comer un asadito si ascienden a primera”.

(Al regaladote de Romualdo Tishudo le gusta repetir este proverbio de autor que no conoce: -Lo que cuenta no es sólo lo que se da sino el amor con que se da-).