Entiéndame, hermano, no hay solución. ¿Saben por qué? Porque ustedes no entienden ni la extensión del problema. Como escribió el divino Dante: «Pierdan todas las esperanzas. Estamos todos en infierno». Con estas expresiones Marcos Camacho (alias Marcola), contestaba al periodista que le entrevistara en la cárcel. Jefe y líder indiscutido del PCC (Primer Comando de la capital), en la ciudad brasileña de Sao Paulo.
Una y otra vez la prensa nos trae todos los días las noticias acerca del problema que representa el narcotráfico y la droga. Una y otra vez, las imágenes de violencia, a veces salvaje, llenan los ojos de los guatemaltecos que se sienten atrapados en un problema que pareciera no tener solución. Un problema que acarrea violencia cada vez más impresionante para dejar claro su poder. Para someter a la población por el temor. Temor que en la medida en que crece la fuerza de aquellos, se va convirtiendo en terror en éstos. Porque ese es el objetivo. Paralizar a la población quien se encontrará inerme ante el creciente poder del narcotráfico y su consecuencia inmediata, las maras. Impotente como impotente se acorralan a las fuerzas de seguridad del país.
La inseguridad con la que vive diariamente el guatemalteco, les induce a preguntar con toda razón cual será la solución para frenar esa incontenible violencia. Es Marcola quien les responde nuevamente: ¿Solución? No hay solución, hermano. La propia idea de «solución» ya es un error. ¿Ya vio el tamaño de las 560 villas miseria de Río? ¿Ya anduvo en helicóptero por sobre la periferia de San Pablo? ¿Solución, cómo? Sólo la habría con muchos millones de dólares gastados organizadamente, con un gobernante de alto nivel, una inmensa voluntad política, crecimiento económico, revolución en la educación, urbanización general y todo tendría que ser bajo la batuta casi de una «tiranía esclarecida» que saltase por sobre la parálisis burocrática secular, que pasase por encima del Legislativo cómplice. Y del Judicial que impide puniciones. Tendría que haber una reforma radical del proceso penal del país.» Y todo eso costaría billones de dólares e implicaría una mudanza psicosocial profunda en la estructura política del país. O sea: es imposible. No hay solución.»
Las palabras de Marcola suenan como martillazos en la mente. Porque no hay respuesta posible. Porque no podrá el gobierno, ni el ejército, contra ese otro que crece en la medida en que crecen las cuentas de los ministros, los diputados, los militares, de los empresarios y de los banqueros que guardan en sus arcas las millonarias sumas de dinero producto de la degradación a la que empujan a la gente.
Ese cada vez más numeroso ejército de parias a los que el sistema nunca les ha puesto atención, se revierten en su odio acumulado. Esos «asesinos virtuales» que alimentados por los videojuegos de los millonarios que los llevaron hasta la práctica eficiente de quienes han adquirido a través de ellos, el expertaje necesario para convertirse en sicarios… ¿Y por qué no?, si el Banco Mundial y el FMI los tuvieron para obligar a los gobernantes que no quisiesen vender barato los recursos naturales que las grandes compañías requerían.
¿Podrán seis «Super Tucanos» y diez «lanchas rápidas» controlar a quienes, apoyados por aquellos que solamente usan la tecnología satelital para controlar recursos? Para asesinar blancos escogidos. ¿Podrá el gobierno guatemalteco del presidente Colom frenar el negocio de trillones de dólares, que protege la coronada oligarquía mundial? La misma que arrodillara a la gran China para obligarla a permitir el ingreso del opio.
Miles de niños famélicos en Guatemala podrían recibir los beneficios del dinero que tirará el presidente Colom para adquirir esas unidades. Unidades que no podrán ser efectivas mientras la DEA siga siendo instrumento de aquellos poderes que empezando por el propio presidente de los Estados Unidos y su criminal compañero de fórmula, tratan de sostener el derrumbe del sistema que crearon para saquear al mundo.
¿Quieren terminar con las maras?… ¿hay que terminar con el narcotráfico?… Marcola, quien personalmente está inmerso en el negocio nos aconseja aún, dice, cuando sea en contra de sus intereses. Les voy a dar una idea, aunque sea en contra de mí. ¡Agarren a «los barones del polvo» (cocaína)! Hay diputados, senadores, hay generales, hay hasta ex presidentes del Paraguay en el medio de la cocaína y de las armas. Es difícil, pero con algo habrá que empezar.