Al hombre de éxito le agradaría pasar una noche divertida con sus amigos, pero renuncia a ello porque debe acostarse temprano ya que la jornada del día siguiente le exige lucidez y energía.
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Al hombre de éxito le gustaría quedarse un rato más en la cama, pero dice: «No» a la pereza, porque sabe que sus horas de descanso están cortadas y que el trabajo le exige puntualidad.
Al hombre de éxito le encantaría beber bastantes copas de whisky y fumarse muchos cigarrillos, pero no se lo permite porque su salud es indispensable para triunfar.
Al hombre de éxito le complacería tomarse unas largas vacaciones, pero se aleja de la tentación, porque sabe que si cede, se alejará de su meta.
El hombre de éxito es un ser consagrado a sus objetivos para su bien, el de su familia y el de su patria; por eso con gusto paga «El precio del triunfo».