Hace tres meses, el Chelsea era un equipo muerto con su entrenador recién despedido por los malos resultados y por las diferencias con los pesos pesados de la plantilla. Con Di Matteo, los ‘blues’ han recuperado su esencia y, tras ganar la FA Cup, aspiran a un doblete histórico.
El fútbol es un deporte abonado a que los resultados y los títulos tiñan con sus propios colores cualquier tipo de situación por muy evidente que sea. El Barcelona fue infinitamente superior en cuanto a nivel de juego estético y combinativo pero de esto ya nadie se acuerda, porque el que está en la gran final de la Champions es un Chelsea que parecía haber muerto en Nápoles el pasado mes de febrero tras perder 3-1 en la ida de los octavos de final de la Champions y la posterior destitución de André Villas-Boas. Hoy, el Chelsea está a un solo partido de proclamarse campeón de Europa y firmar un doblete que ni Barça, ni Madrid, ni Milan pueden conseguir esta temporada.
Tan inexperto como Andrea Stramaccioni en los banquillos de un ‘grande’, Roberto Di Matteo cogió el pasado mes de febrero las riendas de un Chelsea que parecía desbocado y condenado al abismo y, tras tres meses, aspira a ser el mejor equipo de Europa tras eliminar al vigente campeón y teniendo ya un título en sus vitrinas, la FA Cup, primer título del Chelsea de Di Matteo.
Y es que la final de la copa inglesa contra el Liverpool (2-1) fue una clara puesta en escena del secreto de Di Matteo para hacer resurgir a los blues de sus cenizas. Cuando todo el mundo esperaba una política continuista siguiendo las bases de su antecesor, un Villas-Boas que quiso hacer borrón y cuenta nueva en la estructura de fútbol directo implantada en Stamford Bridge a raíz del legado de José Mourinho, Di Matteo, cargado de personalidad e ilusión y buen sabedor de que la filosofía de The Special Two no funcionaba cuando él estaba de segundo entrenador, decidió restaurar inmediatamente el estilo de juego del Chelsea de la primera década de 2000, sin lugar a dudas, la mejor de la historia del club de Hammersmith.
Al compás del glorioso Chelsea de Mou, el conjunto de Di Matteo derrotó al Liverpool mediante la misma fórmula que eliminó al Barça en la semifinales de la Copa de Europa: con un Frank Lampard como baluarte de la zona de creación blue y con un Peter Cech y un Didier Drogba decisivos en los momentos clave del encuentro.
El mismo Lampard que asistió a Ramires en el primero de los dos goles que los ingleses marcaron en el Camp Nou, asistió el sábado pasado a Drogba para que materializara un 2-0 que dejaba noqueado al Liverpool. El mismo Drogba que con veteranía y astucia se montó su propio partido en Londres para que el Barça se volviera con un 1-0 en contra para el partido de vuelta, sentenció el sábado a un Liverpool, que vio como Cech le sacaba un cabezazo a la escuadra de Andy Carroll en el último suspiro, el mismo Cech que salvó a los suyos en infinidad de ocasiones que tuvieron los de Guardiola en semifinales de la máxima competición europea.
Muchos citan conceptos como la suerte, las carambolas e incluso la fatalidad del destino, pero este tipo de encuentros es el que le gusta jugar al Chelsea, partidos de poco control, revolucionados y con constantes golpes en ambas porterías que se acaban decidiendo por las proezas de jugadores como Lampard, Drogba o Cech, que tienen unas cualidades innatas y divinas para salvar a su equipo en los momentos clave.
La Premier League es lo único que se le ha resistido el Chelsea esta campaña. Está a punto de firmar un doblete histórico porque en el caso de imponerse al Bayern en Múnich, alcanzaría la primera Copa de Europa de toda su historia, algo que dejaría en un segundo plano su sexto puesto en Liga, pues accedería directamente a la Champions de la temporada que viene.
Derrota ante el Liverpool
Liverpool aprovechó los errores de la defensa de Chelsea y se impuso ayer 4-1 en un partido por la liga Premier.
Los Reds eliminaron a Chelsea de la contienda por el cuarto lugar en la liga Premier, el último que clasifica a la Liga de Campeones.
Chelsea derrotó el sábado a Liverpool en la final de la Copa de la FA.
Michael Essien abrió la cuenta por Liverpool con un autogol a los 19 minutos, Jordan Henderson aumentó la diferencia a los 25 y Daniel Agger puso el 3-0 a los 28. Ramires descontó por Chelsea a los 50, y Jonjo Shelvey hizo el cuarto de los Reds a los 61.
Chelsea disputa el 19 de mayo la final de la Liga de Campeones contra Bayern Munich.