El «porqué»


Muchas veces, estamos acostumbrados a no darnos cuenta de lo que ocurre a nuestro alrededor, ni a razonar sobre el porqué de las cosas.


Los principios filosóficos han dado inicio a través de preguntas. ¿Qué es el ser? ¿Por qué estamos aquí­? ¿Qué nos diferencia?

Sin embargo, este ejercicio ha sido fomentado en nuestras sociedades con timidez. En teorí­a, una sociedad que se cuestiona, es una sociedad que se desarrolla, que busca mejorar sus limitaciones y optimizar sus ventajas.

Asimismo, una sociedad que se cuestiona tampoco va a permitir injusticias. En fin, el cuestionarse sobre el porqué de las cosas, es un ejercicio tan digno, como necesario. Una vida sin cuestionamientos puede ser comparable a los caballos de carreta, que le tapan los laterales de los ojos, para que sólo puedan ver de frente, donde los guí­a el conductor.

Entre todas las posibles formulaciones de preguntas (qué, cómo, cuándo, dónde, etc.), la más interesante y fructí­fera puede ser «Â¿por qué?». Esta fórmula nos conduce al encuentro de las razones, de las causas de los fenómenos.

Como parte de un ejercicio de preguntarse el «porqué» de las cosas, en este suplemento cultural, se presenta el análisis del fenómeno de las procesiones, ya que, como se argumentaba al inicio, no solemos darnos cuenta de la cotidianidad de nuestro alrededor.

Probablemente hemos presenciado miles de cortejos procesionales, pero sin poner atención a lo que todo ello podrí­a significar. Además, con ello continuamos con la filosofí­a de La Hora, de ser «tribuna, no mostrador», por lo que nos disponemos a analizar el fenómeno, y no simplemente presentarlo o mostrarlo llanamente como es.