El polvo del desierto serí­a útil contra el calentamiento


El polvo del desierto podrí­a combatir el cambio climático. FOTO LA HORA: ARCHIVO

Las toneladas de polvo de los desiertos transportadas por el viento a miles de kilómetros alrededor de la Tierra influyen en el clima y también actúan contra el calentamiento global al bloquear los rayos solares, según un estudio presentado en Estados Unidos.


«Las partí­culas del suelo del desierto pueden ser llevadas a miles de kilómetros en la atmósfera y durante esos perí­odos interactúan quí­micamente con las nubes y las radiaciones, modificando así­ el clima», dijo la climatóloga Nathalie Mahowald el viernes en la conferencia anual de la Asociación estadounidense para el avance de la ciencia (AAAS).

«Hemos integrado el polvo en los diferentes modelos climáticos para tratar de cuantificar el impacto (…) y de eso resulta que la variabilidad de esas partí­culas es muy importante para predecir el cambio climático y (…) comprender lo que sucedió en perí­odos anteriores y predecir mejor el futuro», explicó la experta de la Universidad de Cornell (Nueva York) en la reunión de la AAAS que se celebra del 18 al 22 de febrero en San Diego (California, oeste).

Según el geólogo Daniel Muhs, de la oficina estadounidense de estudios geológicos (US Geological Survey), «las épocas terrestres donde hubo más polvo transportado en la atmósfera correspondió a los perí­odos glaciares». Hoy «vivimos en un momento en que hay menos polvo», agregó.

Para Muhs, las variaciones en la masa de las partí­culas transportadas por el viento «son de gran importancia para el ciclo de CO2» y las radiaciones solares en el planeta.

La memoria geológica permite probar los modelos climáticos usados para predecir las futuras condiciones climáticas, explicó.

La relación entre el polvo y el clima fue especialmente documentada en las últimas décadas por Joseph Prospero, un profesor jubilado de quí­mica atmosférica y marina de la Universidad de Miami (sureste).

«Los primeros 30 años de mediciones de polvo atmosférico muestran una fuerte relación entre los aerosoles transportados a través del Océano Atlántico desde ífrica y la cantidad de precipitaciones en el Sáhel y la región de Sudán», dijo el experto.

Su estudio mostró que la cantidad de polvo del Sahara aumentó considerablemente hacia finales de los años 1960 y al comienzo de los años 1970, al mismo tiempo que ocurrió una importante sequí­a en el norte de Africa.

Algunos de los perí­odos más intensos de este transporte de polvo también correspondieron a la alta intensidad de la corriente marina de El Niño, que puede afectar la fuerza de los vientos y la variabilidad de las lluvias, observó Prospero.

Sin embargo, señaló que se deben realizar más investigaciones para «comprender mejor la mecánica de las relaciones entre el clima, las precipitaciones y el transporte de polvo por el viento».

El polvo también desempeña un papel crucial en la fertilización y el control de la vegetación, dijo por su parte Olivier Chadwick, profesor de geografí­a y ciencias ambientales en la Universidad de California.

«Algunos efectos de este desplazamiento de polvo del desierto que cae en otras partes del planeta son muy positivos, porque estas partí­culas también transportan nutrientes que se depositan, por ejemplo, en la cuenca del Amazonas y fertilizan la selva tropical», indicó.

Daniel Muhs precisó que aproximadamente 10% de la superficie de la Tierra está cubierta de loess, un sedimiento transportado por el viento que forma los suelos más fértiles del mundo.»