El poder para huevear dinero, ¿Se lo gastarán todo?


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“Dinero, dinero y dinero”, dijo Napoleón, es lo que se necesita para ganar la guerra. Y aquí en Guatemala, con el inicio de la guerra publicitaria electoral, decenas de millones de quetzales se gastarán para “convencer” a los electores.

Fernando Mollinedo


La Historia en Guatemala muestra cientos de  diputados, gobernadores, alcaldes y presidentes de la República, a cuales más chambones e ignorantes de la realidad nacional todos y cada uno de ellos; ustedes, amables lectores (as), ¿a cuántos de ellos los recuerdan como personas probas, justas, educadas, decentes y honradas?
    
Muchos tuvieron la suerte de salir bien del ejercicio de los cargos servidos. Otros, son señalados de ladrones, prepotentes, abusivos, ignorantes, transeros, mafiosos, narcotraficantes, contrabandistas y en fin… toda una sarta de calificativos muy bien merecidos que se quedan cortos para indicar lo nefasto de sus conductas personales y oficiales en sus administraciones.
    
No pretendo dañar el prestigio de algunos políticos, pues la población les conoce por los resultados de sus gestiones como exfuncionarios y empleados públicos. Por eso los candidatos, antes de y en las elecciones  y el ejercicio del poder, usan muchos de asesores que al final son tan imbéciles, brutos e ignorantes como ellos mismos.
    
En estos tiempos de globalización, la vida  política se pervirtió, degeneró y vició convirtiéndose en un mercado de oferta y demanda, no sólo para las elecciones, también en la actividad diaria de los congresistas llegándose a tener como válido el dicho de: “¿Cuánto tenés?, eso valés”  aunque el dinero haya sido robado, hurtado y/o hueveado, que es lo mismo.
    
Las ideologías pasaron a mejor vida. Un político, funcionario o empleado público (hombre o  mujer) con todo un prestigio ganado a lo largo de su vida, puede ver manchada su imagen con un error, un desliz o su participación solapada en actos anómalos e irregulares tipificados como ilícitos. Y, después de ello: la derrota social, moral, espiritual, aunque los “tribunales” digan lo contrario, pues de antemano se sabe que el fallo absolutorio fue comprado.
Pero si el político embustero, ladrón y mentiroso se cuida en extremo, puede pasar por gran estadista o, por un político decente. Es decir, la política es todo lo que la industria de la mentira pueda idear o tan simple como mirar la nitidez de las estrellas en una fría noche de noviembre.
    
EL PODER, ¿para qué? Para hacer dinero mal habido, eso ya no importa en este país donde el hambre de grandeza atropella las conciencias de los políticos y les hace vender la soberanía del país, su honor y hasta su dignidad institucional (si es que la tuvieron) Algunos lo requieren para venganzas, para ocultar sus frustraciones, como simple vanidad; algunos más, para demostrar que ellos mismos valen algo, y otros más, para cambiar de esposa. Muchos, también, para tratar de servir. Y eso es bien difícil de descubrir.
    
Algunos políticos guatemaltecos puede que sean socios de la mafia; vejen mujeres menores de edad y no pasa nada. La perversidad de la política, hizo que muchos entiendan como natural la falta de valores e ideales, como algo que deba hacerse sin mirar a quien se atropella. Y hasta se vuelven personajes admirados por un segmento poblacional. El problema, es que igual en los negocios, en esta materia, poderoso caballero es don dinero. Hay excepciones, por supuesto, pero son pocas.
    
Caballo manso tira a penco (inútil), hombre bueno tira a pendejo… Algunos políticos aprendieron a defenderse,  a no ser ingenuos y pasivos. Pero hay otros activos, muy proactivos quienes ven la política como una oportunidad de enriquecimiento ilícito y se convierten en políticos depredadores antiéticos.