El poder del listado geográfico


Editorial_LH

Algunos creen que el acuerdo para desentrampar la aprobación de los préstamos es parte de una elaborada negociación en la que los diputados no quisieron quedar expuestos como los causantes del recorte de servicios y que la jugada del Gobierno al promover una reducción presupuestaria rindió frutos. La verdad es que el arreglo entre el oficialismo y la oposición en cuanto a la aprobación de préstamos y destrabar el atolladero fiscal tiene más que ver con el listado geográfico de obras (aquello que llamaban PACUR) y que es como el sobresueldo al que no iban a renunciar los distinguidos “padres de la patria”.

 


Suponer una alta negociación entre un gobierno maltrecho que en los estertores de su gestión es como un barco que se quedó sin capitán y un Congreso en el que nunca han sido importantes los temas de Estado, es ser demasiado iluso. Es olvidar aquellas sabias palabras del entonces titular de la Organización Internacional para las Migraciones cuando, al hablar de los contratitos que les daba a los diputados mediante esa sucia maniobra de entregar los fondos públicos a instituciones que evaden la fiscalización, dijo que en Guatemala no hay obra sin sobra. Y precisamente por esa sobra, la que se embolsan, es que pudo lograrse un acuerdo con relativa facilidad.
 
 La gente se ha mostrado sorprendida de la forma acelerada en que se llegó a un entendimiento entre la oposición y el oficialismo para terminar la interpelación al ministro Menocal y proceder a la inmediata aprobación de los préstamos. Es un negocio gana-gana, porque una vez aprobados los préstamos podrá mantenerse el ritmo de gastos del Gobierno, con lo que eso significa en todo el sentido de la palabra, y se podrá además garantizar que los señores diputados no dejarán de hacer las obras (con sobras) contempladas en el listado geográfico que tan afanosamente se negoció con la comisión de Finanzas antes de aprobar el Presupuesto General de la Nación.
 
 No cabe duda de cómo se hacen las cosas en nuestro paí­s y cómo es que se tiene que manejar la “alta polí­tica” porque en el fondo las negociaciones en esas esferas son como puro negocio de mercado. Cuánto te doy y qué recibo yo a cambio. Guatemala es, al fin y al cabo, un concepto medio etéreo que tiene poco sentido hasta para los mismos habitantes que siendo un factor esencial del Estado no desempeñan realmente un papel activo trascendente porque la ciudadaní­a es un carnetito que sirve cada cuatro años para ir a votar por el “menos pior”.

Minutero:
Solo que fuera muy lerdo 
para no ponerse de acuerdo; 
así­ cada quien hace su obra 
y todos se embolsan la sobra