Nada importa que las condiciones en que hay que trabajar sean malas si las de la mente son buenas. El que espera todo de la suerte y de las buenas circunstancias se quedará siempre atrás en comparación con el que no espera nada de nadie más que de sí­ mismo.

No esperes nada de la suerte, aprovecha la gigantesca fuerza de tu voluntad para dominar tu cuerpo, intenta dar una orden severa y enérgica y averigua si te obedece, pero no claudiques ni seas tolerante contigo mismo. Verás cómo resultarás gratamente sorprendido al descubrir que tu cuerpo es dócil y que quien gobierna es tu voluntad.

Los hombres que han envejecido antes de tiempo y que están agriados a causa de sus fracasos, son ví­ctimas de una absoluta falta de poder sobre su mente y su cuerpo, así­ que no caigas tú también en el delito de asesinar tus posibilidades de triunfo en la vida, piensa en grande, actúa en grande, transmí­tele a tu cuerpo sólo ideas positivas y optimistas y asegúrate de que las ejecute pues en ello está la esencia del éxito.

No importa el lugar, no importan las condiciones, mientras tú seas un hombre completo.

El éxito es el resultado de la voluntad.

El fracaso es consecuencia de la desidia.