El poder de la palabra: adelante no es atrás


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“Los dueños del ingenio nos querí­an matar por todos lados. Quemaron el maí­z y nos sacaron a balazos de la tierra que nuestros abuelos nos dejaron”. Así­ comenzó uno de los relatos que mujeres de ocho comunidades del Polochic nos compartieron recientemente, tras los violentos desalojos que se han registrado en esta región.

Por Lourdes Alvarez
usacconsultapopular@gmail.com

 


Pero hubo un momento especial cuando esas mismas mujeres que con  lágrimas vivas narraban lo que les tocó vivir, hicieron una pausa, alzaron la voz y nombraron a los responsables.

La importancia de esta acción radica en que nos permite retomar el papel protagónico de la palabra y traza un punto medular en el camino: ¿Ser simplemente solidarios o asumir la responsabilidad de nombrar las cosas?

En muchas ocasiones nos limitamos a  señalar las consecuencias como, por ejemplo, hablar de las pérdidas materiales y humanas o de la incapacidad del Estado para actuar,  pero caemos en la trampa de victimizar y reproducir discursos que no profundizan en lo estructural de la problemática y, mucho menos, otorgan un rostro, nombre y apellido a quien los provoca.

Los Widmann y Maegli son familias de terratenientes estrechamente ligadas al Polochic. El ingenio Chabil Utzaj es la mayor fuente de la riqueza que a diario acumulan a través de la siembra de caña de azúcar y palma africana.
Entonces, ¿por qué callar que son ciertas relaciones de esas familias con grupos polí­ticos y empresariales las que permiten influencias para minimizar o sepultar cualquier responsabilidad por esos atroces actos?
El apellido y los ví­nculos con diferentes sectores de poder son históricos y fuertes. De diferentes fuentes se conoce que gran parte del financiamiento para el escuadrón de la muerte Mano Blanca, que operó durante el conflicto armado interno en contra de integrantes de organizaciones sociales, provino de empresarios y finqueros de la ultraderecha, entre los que figuraban Widmann y Maegli.

Además, durante el Gobierno revolucionario de Jacobo írbenz Guzmán, las familias Widmann, Maegli y Novella estrecharon lazos para fortalecer la lucha contrarrevolucionaria a través del Movimiento de Liberación Nacional (MLN).

En años recientes, fue precisamente el lazo de matrimonio entre Wendy Widmann y el expresidente í“scar Berger el que permitió que se facilitara la gestión del más importante préstamo concedido al ingenio Chabil Utzaj, por parte del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

No causa sorpresa que los filtros que se colocan a la información y la minimizan –si es que llega a publicarse– provengan de las relaciones generadas a partir de lazos con directivos de grandes medios de comunicación. De lo contrario, ¿por qué los grandes medios no dieron cobertura a la  alerta que dio Francisco Dall´Anese, jefe de la Comisión contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), sobre la desaparición de los registros inmobiliarios del año 2005 para atrás de los terrenos de donde fueron desalojadas las comunidades en el Polochic?

Los terratenientes siguen amparados en un sistema legal absurdo que privilegia el derecho a la propiedad privada y acumulación de riqueza sobre el derecho a la vida. Sabemos que la situación que se vive en el Polochic no es aislada. ¿Por qué no sumarse a la voz de las comunidades y nombrar a los victimarios? En el pasado reciente, hacer uso de la palabra y emitir pensamientos contrarios a un régimen se pagaba con la vida. Hoy, el contexto nos otorga ciertas garantí­as que permiten expresarnos de una forma menos arriesgada y atrevernos a reivindicar el poder que tiene nombrar las cosas.

No gastemos las palabras, no cambiemos su significado, y parafraseando a Mario Benedetti: “Si usted habla de progreso, nada más que por hablar, mire que todos sabemos que adelante no es atrás”.