“La naturaleza no nos engaña nunca, somos siempre nosotros quienes nos engañamos a nosotros mismos” (Rousseau).-
Conmovidos por los cambios bruscos de clima, calor, frío, tormentas, huracanes, tornados y terremotos, entre otros fenómenos, constantemente nos advierte que debemos ser más prudentes y considerados con la naturaleza.
Sin embargo, muchas personas creen que los cataclismos provienen del fin del mundo. Pero, no reparan que si se provocan incendios, se cortan árboles a diestra y siniestra, se arroja basura a los ríos, lagos y, vertientes, se provocaran, precisamente, desastres que quizás no se pensó que se produjeran.
En ese sentido, habría que estudiar más el porqué los grandes pensadores de la antigüedad, escribían acerca de las respuestas de la naturaleza hacia esa conducta destructora de algunos seres humanos hacia la misma.
Infinidad de veces hemos señalado, tanto en la Academia, en conferencias, en ensayos, textos, y en esta columna de LA HORA, los peligros que acechan a la humanidad por la conducta desviada de algunas personas en maltratar la naturaleza, así: envenenando las aguas, bombardeando pueblos, desiertos y selvas
No es un secreto que el mundo que habitamos, se encuentra conformado por variedad de placas tectónicas, montañas, lagos, ríos y volcanes. Estos sin duda reaccionarán a los terribles ensayos nucleares, sean provocados o no, a incendios provocados, y, explosiones diversas, y se producirán cada cierto tiempo los terremotos, temblores, trepidaciones, incendios. Pregunto: ¿a eso llamamos civilización?
Lo que debería interesarnos, en verdad, es fomentar el amor a la naturaleza mediante la adecuada educación que compete a los hogares éticamente conformados y a los diferentes centros educativos, públicos y privados, a efecto de ser más prudentes y considerados con su trato a la naturaleza. Recomendación de la que no debe ser ajena a las universidades del país.
Qué vergüenza que se tenga que acudir a países extranjeros para que sus técnicos recomienden las mismas medidas que los guatemaltecos y especialistas ya han recomendado para el entorno humano nacional
Que la maldad y la crueldad no siga invadiendo los corazones de las familias guatemaltecas; que el bien venza al mal y que éste quede aislado de los hogares moral y cristianamente formados.
Por todo lo escrito, insistimos, que fomentando la conciencia ambiental y el acceso a la información, en el caso particular de Guatemala, que todos los habitantes del territorio nacional velen por un mejor lugar para poder convivir sana y civilizadamente. Con paisajes que no tengan que envidiarle a otros países. Eso es paz y tranquilidad y desarrollo sostenible, o sea, el progreso tiene que ser sin destrucción.
Que sean estas letras un sincero homenaje para todas aquellas personas e instituciones que amen y cuiden la naturaleza de Guatemala, ello, por el bienestar de sus familias y las presentes y futuras generaciones.