El poder absoluto


Editorial_LH

El concepto del gobierno democrático se hace añicos cuando una autoridad, cuestionada sobre acciones que ha ejecutado, simplemente responde que él gobierna como le da la gana. Y ciertamente así ha sido y así lo hemos soportado los guatemaltecos al reelegir una y otra vez al Alcalde de la Ciudad de Guatemala sabiendo que él exactamente ha hecho y seguirá haciendo lo que le da la gana, sin que importe la ley ni norma alguna porque es su voluntad la que cuenta.


Si la Ley de Compras y Contrataciones impone restricciones para que se pueda hacer lo que le da la gana a un funcionario, el Alcalde ha sido experto en recurrir a los fideicomisos públicos para que el dinero no sea fiscalizado y lo puedan gastar, literalmente, como le da la gana al señor Arzú. Si la Constitución exigía que la liquidación de una empresa del Estado tuviera que ser aprobada por el Congreso de la República, ellos contrataron abogados para burlar la Constitución y vender la Telefónica Nacional sin darle participación al Congreso en la decisión, como lo ordenaba la Constitución.
 
 Por ello si ahora un concejal critica una acción del Alcalde, éste simplemente levanta la sesión y ordena a sus concejales y síndicos que se vayan para romper el quórum porque él no acepta que se le cuestione nada de lo que hace y, como reitero, gobierna simplemente como se le da la gana.
 No creemos que sea en realidad culpa del señor Arzú ese comportamiento porque no agarró a nadie de papo y los que votaron por él lo hicieron a sabiendas de su proceder. Culpa es de esos electores y culpa es de los otros candidatos que no tuvieron ni los pantalones ni la solvencia moral para desnudar los manejos financieros de la Municipalidad de Guatemala que con los fideicomisos se ha distinguido por opacar toda la gestión del gasto público.
 
 Los miembros del Concejo Municipal que conforman la oposición se las van a ver a palitos para lograr que funcione el sistema de pesos y contrapesos en el ejercicio del poder porque un ejército de abogados prestigiosos, de los que sirvieron para jugarle la vuelta a la Constitución para la venta de la telefónica, estarán asesorando al Alcalde y su grupo para impedir la fiscalización y el control.
 
 La democracia tiene como efecto que un error de la mayoría se termina pagando caro y no existen mecanismos ágiles para enmendarlo.  Pero en este caso repetimos que no se trata de un error o equivocación por haber caído de incautos. Es un error consecuencia de nuestro gusto a tener la bota en la nuca y por ello hacemos las elecciones que hacemos.

Minutero:
Luego de tantos avisos 
de la hedionda corrupción 
acabar los fideicomisos 
es ya harta obligación