EL PERIODISMO, UNA PROFESIÓN DE ALTO RIESGO EN SOMALIA


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Según el informe anual de la organización no gubernamental Reporteros Sin Fronteras (RSF) Somalia es, junto con Siria, el país más peligroso del mundo para el ejercicio del periodismo. En 2013 siete periodistas somalíes fueron asesinados, cifras sólo superadas por India (con ocho) y por Siria, con diez profesionales y 35 periodistas ciudadanos.

Por Antonio Pampliega MOGADISCIO /Agencia DPA

Los datos, a pesar del alto índice de muertos entre los profesionales de la información, son sensiblemente mejores a los registradas en 2012, cuando un total de 17 periodistas perdieron la vida.

«Somalia es uno de los peores lugares del mundo para ejercer el periodismo. Nuestra misión no es sólo denunciar la corrupción política, sino señalar a Al Shabab (la filial de Al Qaeda en el país africano) o desenmascarar los negocios de los señores de la guerra. Somos un blanco fácil», afirma a dpa Abdirahim Isse Adow, de 51 años, que dirige Radio Mogadiscio.

Esta emisora, una de las más antiguas del continente y la decana de las radios de Somalia, se enfrentó frontalmente a Al Shabab cuando el grupo islámico decidió en 2009 prohibir la música en todo el país.

«Fuimos la única radio que continuó emitiendo música, y eso nos convirtió en uno de los objetivos prioritarios del grupo terrorista», sentencia el director de la emisora, que ha visto en estos últimos años cómo varios de sus compañeros eran asesinados al salir de trabajar o en la puerta de sus casas.

«El gobierno no puede proveer una escolta a los 600 periodistas que hay en Mogadiscio. Somos un blanco fácil porque todo el mundo sabe dónde trabajamos o dónde vivimos», comenta.

En los últimos 15 meses, cinco informadores de radio Mogadiscio han sido asesinados, siendo el medio que más sufre estos ataques. Por ello, varios de los reporteros de la emisora acuden al trabajo armados con una pistola. «Imagino que están cansados de vivir con miedo», explica. «El 90 por ciento de los asesinatos son cometidos por Al Shabab y sus afines».

Mohammed Abdiwahab trabaja como fotógrafo para una agencia internacional desde 2008. En este tiempo, varios de sus mejores amigos han sido asesinados y él ha recibido amenazas de muerte telefónicas. Pero a pesar de la presión a la que se encuentra sometido por ser periodista e informar para un medio extranjero, el joven de 28 años pretende continuar con el ejercicio de su profesión.

«No pienso abandonar mi país, quiero quedarme y trabajar para el pueblo», asevera. «Los periodistas nos hemos convertido en una herramienta fundamental del país. Somalia crece y es, en parte, gracias al trabajo que hacemos los periodistas», sentencia el joven fotoperiodista. Muchos periodistas somalíes no tienen la suerte de Mohammed y trabajan como voluntarios- sin cobrar un salario- o ganando muy poco dinero. «Lo hacemos porque amamos esta profesión por encima de todas las cosas», afirma.

Abdimanan Yusuf Mohamed, director de la empresa de comunicación Horn Connect, es de la misma opinión que su compañero. «El pueblo necesita estar informado y por eso en los últimos años han aparecido cada vez más medios. Somos esenciales para que este país prospere y deje atrás 23 años de guerra civil», sostiene el joven empresario.

La empresa de Abdimanan, fundada en 2010, da servicio a todas las televisiones extranjeras con presencia en Mogadiscio. En la oficina de Horn Connect se puede ver al corresponsal de la BBC Árabe compartiendo mesa con el de Russia Today o Press TV. Esta compañía emitió por primera vez las elecciones de 2012 en directo para todo el país.

«Sabemos que podemos morir en cualquier momento, pero hasta entonces seguiremos trabajando y siendo profesionales. No podemos dejar que el miedo a la muerte influya en nuestro trabajo. Luchamos por Somalia y por recuperar lo que nos robaron hace 23 años», asegura.

Desde la caída del dictador Siad Barre en 1991, Somalia no ha tenido un gobierno estable. Los informadores han estado sometidos a los dictados de Al Shabab, milicianos, políticos corruptos o señores de la guerra, convertidos en un blanco fácil para cualquiera que quisiese deshacerse de una mala crítica.

«Al Shabab, por ejemplo, impone a los periodistas una ley mordaza y si te revelas lo pagas con tu propia vida. Su objetivo es controlar los medios y a los informadores para manipular a los somalíes», denuncia Mohammad Ibrahim, de 37 años, secretario del Colegio de Periodistas de Somalia y columnista de «The New York Times» desde 2006.

Este veterano periodista, amenazado de muerte en multitud de ocasiones, denuncia la pasividad de la policía y el gobierno de la nación a la hora de tratar de esclarecer los crímenes. «No se investigan los asesinatos. No se detiene a nadie. No se hace nada para impedir que más periodistas sigan siendo asesinados todos los años en Somalia», señala el informador, poniendo como ejemplo a su compañera Fatuma Abdulkadir Hasan, quien fue detenida por la policía tras confesar en un programa de radio que dos compañeros de trabajo la habían agredido sexualmente. «La libertad de expresión simplemente no existe en Somalia», afirma categórico.

El objetivo no deja de ser otro que silenciar todas las voces críticas que buscan la verdad e informar de lo que está pasando, pero esa forma de entender la profesión no es compartida por las altas esferas ni por los terroristas afines a Al Qaeda. «A la amenaza contaste de Al Shabab se unen los miedos por denunciar las corruptelas políticas y los tejemanejes de los grandes hombres de negocio de Somalia. Una mala palabra puede costarte la vida…», afirma el reportero de Radio Mogadiscio Swaal Moalim Mohamud, de 23 años.

El periodista no tiene ninguna duda de que un alto número de compañeros asesinados ha sido por encargo. «Simplemente molestaban y han decidido quitarlos de en medio». Pero a pesar de todas las amenazas y todos los peligros que se ciernen sobre ellos, cientos de periodistas somalíes salen cada día a la calle para continuar informando. 

«Somalia es uno de los peores lugares del mundo para ejercer el periodismo. Nuestra misión no es sólo denunciar la corrupción política, sino señalar a Al Shabab (la filial de Al Qaeda en el país africano) o desenmascarar los negocios de los señores de la guerra. Somos un blanco fácil» – Abdirahim Isse Adow.

El objetivo no deja de ser otro que silenciar todas voces críticas que buscan la verdad e informar de lo que está pasando, pero esa forma de entender la profesión no es compartida por las altas esferas ni por los terroristas afines a Al Qaeda.

«No pienso abandonar mi país, quiero quedarme y trabajar para el pueblo. Los periodistas nos hemos convertido en una herramienta fundamental del país. Somalia crece y es, en parte, gracias al trabajo que hacemos los periodistas»- Mohammed Abdiwahab.

La libertad de expresión simplemente no existe en Somalia» – Mohammad Ibrahim.