DESDE LA REDACCIí“N
Ya para terminar la semana. Quizá uno de los temas más debatidos en los últimos días fue el viaje, que originalmente buscaba estrechar los lazos de amistad y comerciales con Cuba, y que terminó desatando una serie (y para nada escasa), de reacciones entre los eternos bandos ideológicos del país.
No es que la Orden del Quetzal, que si bien fue creada por uno de los políticos más polémicos del país -y podría decirse que uno de los que son reconocidos como uno de los dictadores duros de la historia política-, condecoración que ha sido adoptada como una herramienta para atraer la atención de personalidades de todo el mundo y que pongan la vista en Guatemala para futuras negociaciones.
Hasta donde se tiene memoria, sin importar en todo caso el destinatario, se ha buscado atraer las miradas inversoras y fuentes de financiamiento a través de dicha distinción, esto entre otros argumentos que hay detrás de tan mencionada -y a partir de esta semana- famosa Orden. También se debe reconocer que hay destinatarios que, en su trabajo consciente han mostrado empatía con las dolencias del país y han aportado desde sus mismas áreas algún incentivo para el desarrollo de nuestra nación.
Sin embargo, bien ha merecido la pena traer al escenario la verdadera intención de repartir a diestra y siniestra las órdenes al antojo presidencial, pues es ese personaje el único que decide a quién otorgarse. Las páginas de la historia del país demuestran que cada gobernante y sus sentimientos de empatía con sus particulares formas de pensamiento han otorgado distinciones a personajes, muchas veces cuestionados por su rol en el mundo político. Han desfilado figuras que con solo mencionarse generan escozor en el lector. Otros presidentes también la utilizan con una búsqueda de retribuir algún favor; no por nada el ex gobernante Miguel Ydígoras tiene en sus registros la entrega de al menos 570 preseas a distintas personalidades.
Quizá el presidente ílvaro Colom pecó al anunciar que buscaría un encuentro con el líder de la Revolución para concederle la Orden; pudo haber sido asesorado con que las posibles fotografías con el hermano mayor de los Castro lo pondrían en el imaginario latinoamericano de líderes que acarician el socialismo como arma política. No fue así, y no parecería extraño que en las próximas horas aparezca el presidente venezolano Hugo Chávez junto a Fidel Castro, pues anoche llegó de manera sorpresiva a Cuba, dos días después que Colom abandonara la isla.
Es importante recordar que este tipo de distinciones también han sido utilizadas por todos, o casi todos los países. Con el mismo ejemplo de Chávez, con su reproducción de la «Espada de Simón Bolívar» que ha sido repartida a varios de sus colegas latinoamericanos.
El pecado de Colom, no solamente resucitó viejas discusiones, sino que desnudó las verdaderas intenciones de la Orden del Quetzal, que aunque lleva implícito el nombre del «pueblo de Guatemala» es decisión de una sola persona a quién otorgarla, poniendo en duda la representatividad del pequeño objeto brillante. ESWIN QUIí‘í“NEZ