Excepcionalmente acepté la invitación de la periodista Karina González de Rottman, para participar en una entrevista en VEA Canal, y entre los aspectos que coincidimos es que una característica de los guatemaltecos, especialmente de ciertos columnistas es su inveterado prejuicio, citando de ejemplo el caso del Procurador de los Derechos Humanos, que antes de que asumiera el cargo, fue objeto de amargas conjeturas, sobre todo por analistas dizque izquierdistas, acerca de que el abogado Jorge de León Duque sería una simple pieza al servicio del Presidente.
Pero ese prejuicio se ha ido desvaneciendo porque sin comportarse con aspavientos, al contrario del protagonismo mediático de su antecesor, procede discreta pero categóricamente al emitir tajantes declaraciones contra autoridades estatales y de otra índole, como su reciente censura a la absurda resolución del Tribunal de Honor del Colegio de Abogados en contra de la jueza Yassmín Barrios, desafiando así a poderes ocultos, incluyendo a algunos dirigentes del partido oficial.
Traigo a cuento lo anterior porque estuve a punto de escribir ácidas críticas a los novatos magistrados del Tribunal Supremo Electoral, sin conocer interioridades y análisis que estarían discutiendo antes de adoptar resoluciones que los guatemaltecos frustrados con el sistema político prevaleciente, se encuentran en espera de un aire con remolino después de varias semanas desde que tomaron posesión de sus cargos.
Esta prudente observación, empero, no significa complacencia por el letargo observado del TSE y que se prolongue el llamado “beneficio de la duda”, porque ya es hora de que esa institución se sacuda del asfixiante polvo que envolvió a los magistrados anteriores, y que aun en el marco de la ineficaz Ley Electoral y de Partidos Políticos es posible adoptar medidas encaminadas a evitar campañas anticipadas, avanzar en la transparencia del financiamiento de esas organizaciones, detener el caciquismo, cesar la compra de voluntades y otras actuaciones que podrían reavivar el adormecido interés de los guatemaltecos por esta apolillada y farsante democracia representativa.
Es tiempo de evitar que se prejuzgue y que aflore la maledicencia contra esos magistrados; pero para ello deben actuar. De lo contrario, nos convencerán que sólo fue un inofensivo relevo de personas.
(El hijo de Romualdo Tishudo, oficinista del TSE, le pregunta: –Papá, ¿qué hace un asesor allí donde trabajás? –Es un abogado que escribe un documento con 10 mil palabras y lo llama “sumario”).