El paso para adelante de Armstrong, fue un retroceso para la URSS


La huella dejada por los astronautas encargados de la primera expedición lunar que el hombre realizó.

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<p>La Unión Soviética, que habí­a triunfado al enviar al espacio el primer Sputnik en 1957, y luego al primer hombre, Yuri Gagarin, en 1961, debió inclinarse ante su rival, Estados Unidos, cuando Neil Armstrong se convirtió hace 40 años en el primer hombre que pisaba la Luna.</p>
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Minimizado durante años por las autoridades soviéticas, en plena Guerra Frí­a con Estados Unidos, el fracaso lunar de la URSS refleja su incapacidad para captar una etapa en la conquista del espacio mucho más compleja que la que permitió sus éxitos iniciales, señalan los expertos.

«El objetivo principal de los estadounidenses fue competir con los soviéticos en torno al programa lunar. La victoria en esta carrera fue sin duda un acontecimiento muy importante en la competencia entre los dos sistemas», dice Igor Lissov, redactor de la revista rusa Noticias de Astronáutica.

«Lamentablemente, subestimamos a los estadounidenses y empezamos demasiado tarde y con falta de personal», precisa.

Los rusos se enfrentaban a problemas de gran calado como un programa tecnológico demasiado poco ambicioso, una administración «barroca» de subcontratistas y, en particular, una «batalla de responsables que las autoridades polí­ticas nunca moderaron», afirma Jacques Blamont, asesor de la dirección del Centro Nacional de Estudios Espaciales francés (CNES).

Mientras los estadounidenses fueron capaces de diseñar «un programa que se mantení­a en pie», la URSS «no tení­a una verdadera dirección estratégica nacional y terminó con dos concepciones rivales del programa lunar, una que preveí­a un aterrizaje y otra un simple viaje de circunvalación», relata.

Peor aún, este revés se agravó rápidamente con los sufridos por los llamados programas «globales» de la URSS, orientados a la exploración de Venus y Marte. El programa marciano fue interrumpido tras una serie de fracasos, recuerda Blamont.

El público soviético, adormecido por las hazañas de su héroe Gagarin y de otros cosmonautas convertidos en mitos, no se enteró de todo esto.

Konstantin Indukaev, director de investigación en un pequeño laboratorio de óptica de precisión, tení­a 27 años en el momento de la conquista de la Luna y recuerda muy bien que, si bien no hubo censura, «la información era escasa» en la URSS sobre los primeros pasos de Armstrong.

«Esa no fue noticia de primera, apareció en las páginas interiores de los periódicos», dice. «Las personas que habí­an estudiado y se interesaban por el espacio comprendí­an muy bien que se trataba de un gran acontecimiento», pero no era el caso de la mayorí­a de la población, dice.

«Hoy, pocas personas se interesan por todo esto y hay dos campos: los que aún creen que perdimos y que es muy triste, y otros que se consuelan con la versión de que los estadounidenses nunca pisaron la Luna», señala por su lado Igor Lissov, refiriéndose a gran número de libros y sitios de internet que hablan de un engaño.

Aunque las cosas han cambiado y ahora los rusos cooperan estrechamente con los estadounidenses a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS), el futuro de los programas es incierto debido a la renuncia de Rusia a plegarse a las condiciones estadounidenses, dice.

«Uno tiene la impresión de que este perí­odo de cooperación se terminará con la ISS», lamenta.