La licenciada María Eugenia Villagrán es presidenta del Tribunal Supremo Electoral, y ayer su imparcialidad fue cuestionada por el partido oficial porque sostienen que su parentesco legal con el general retirado Roberto Letona Hora la compromete políticamente porque según la UNE, Letona es asesor del Partido Patriota que postula al también general y compañero de armas de Letona, Pérez Molina.
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Si alguien sabe lo que puede influir un cónyuge en el comportamiento político de la pareja es la dirigencia del partido oficial, y en ese sentido uno tendría que reconocer que tienen enorme autoridad moral para opinar porque pocos partidos han vivido tan intensamente experiencias como las que se dan en el seno del oficialismo. Precisamente por esa influencia es que la Constitución Política de la República de Guatemala establece que los parientes del Presidente en ejercicio no pueden optar al cargo, asumiendo que cualquier cónyuge podría influir de tal manera que se hicieran micos y pericos con los recursos del Estado para garantizarse una ventaja que rompe con el principio elemental de la democracia que se basa en un trato parejo de las instituciones a todos los que aspiran a un cargo público.
Obviamente si el general Letona es militante del Partido Patriota, compromete seriamente a su cónyuge que está llamada por imperio de la Ley a presidir el Tribunal Supremo Electoral que tendrá que dirigir el proceso de elecciones en el que ya estamos inmersos. Porque sería como pensar que el Presidente de la República, el ingeniero ílvaro Colom, no actúa bajo la influencia de su esposa y que ella no ha tenido injerencia alguna en la gestión de estos años de gobierno. Por supuesto que la ha tenido y de una magnitud sin precedentes en la historia del país porque nunca se había visto que hasta Ministros de Estado tuvieran que retirarse de su cargo al no coincidir con el criterio de la llamada Primera Dama de la Nación.
Si la situación fuera similar en cuanto al mayor carácter para influir en la toma de decisiones, uno apostaría entonces a que el general retirado Letona tendría que hacerle saludo uno y saludo dos a su esposa para apartarse de cualquier inclinación política con tal de no comprometerla a ella. Y es que aún siendo un país reconocido por el machismo, no se puede ocultar que en muchos hogares las riendas las tienen las mujeres y que son ellas las que, a veces con divino modo y otras veces con malos modos, imponen su criterio a los que presumimos de llevar los pantalones. Si los términos entre las parejas fueran similares, la apuesta sería a que en vez de que Letona influya en Villagrán, el general tendría que ser fiel a su formación y mantenerse como obediente y no deliberante.
Pero indudablemente que en toda familia, aun aquellas en las que no hay hijos comunes y a lo mejor se basan en intereses que nada tienen que ver con el amor de pareja, hay una mutua corriente de influencias que en mayor o menor medida terminan siendo grandes condicionantes del comportamiento individual del cónyuge. La sospecha de los dirigentes de la UNE no puede parecer descabellada si efectivamente el espíritu de cuerpo entre militares resulta más importante que la lealtad de pareja y Letona está comprometido políticamente y con ello pone en situación difícil a su esposa, por lo que es importante determinar si efectivamente es parte del partido de Pérez Molina. Y cualquiera tiene que entender que si algunos tienen razones sobradas y de peso para hablar del profundo impacto que puede ejercer el cónyuge, aún en asuntos políticos y de Estado, son ellos.