El papa Benedicto XVI pidió a la Iglesia católica hoy, en la segunda jornada de su visita a Angola, que combata la brujería y los sacrificios humanos rituales.
«Muchos de ustedes viven con el miedo de los espíritus, de poderes nefastos que los amenazan, desorientados, y llegan a condenar a niños de la calle y hasta ancianos, porque -dicen- son brujos», afirmó el Papa en una clara alusión a las numerosas sectas y religiones tradicionales africanas presentes en Angola, algunas de las cuales celebran sacrificios humanos.
«A ellos hay que anunciar que Cristo venció a la muerte y todos esos poderes oscuros», dijo el Papa durante una solemne homilía celebrada en la iglesia de San Paolo, construida en los años 30 y recientemente remodelada.
«Hay quien objeta que los dejemos en paz, que ellos tienen su verdad y nosotros la nuestra. Que tratemos de convivir pacíficamente, dejando todo como está», dijo el Papa.
«Estamos convencidos de no cometemos injusticia alguna si les presentamos a Cristo (…), es para nosotros una obligación ofrecerles la posibilidad de lograr la vida eterna» subrayó.
Los obispos, religiosos y representantes de los movimientos católicos y misioneros asistieron a la misa con un inusual rigor y orden, entre cánticos en latín y oraciones en portugués en contraste con la religiosidad africana, impregnada de danzas.
El Papa dió inclusive la comunión de rodillas, un ritual que había sido eliminado y que reintrodujo cumpliendo su deseo de mayor observancia de las tradiciones católicas.
La condena del sumo pontífice a las sectas y la brujería en Africa negra es total, ya que en los últimos 10 años representan un fuerte competidor para la Iglesia católica.
Según las estadísticas oficiales, el 55% de la población angoleña es católica y un 25% cree en religiones ancestrales.
Algunas formas radicales de brujería están relacionadas con los inmigrantes del Congo, según los medios de prensa del Estado, y practican sacrificios humanos infantiles y rituales de magia negra.
El año pasado en Luanda, 40 jóvenes, entre ellos bebés, fueron hallados encarcelados y maltratados en la sede de una iglesia evangélica donde los sometían a curaciones.
Durante la homilía, el Papa citó como ejemplo al rey bantú I Mbemba-a-Hzinga, bautizado a los cuatro años, quien reinó en Congo de 1506 a 1543 y garantizó «el entendimiento entre dos pueblos tan distintos como el bantú y el lusitano gracias a la religión cristiana», dijo.
En la tarde, Benedicto XVI se dará su primer verdadero baño de masas en el estadio de los Coqueiros de Luanda, con capacidad para 30.000 persondes, donde se dirigirá a los jóvenes, un ritual iniciado con los viajes de Juan Pablo II por el mundo.
El domingo también tiene previsto reunirse con el pueblo angoleño en la explanada de Cimangola, donde se prevé que asistirán unas 500.000 personas a la misa.
El Vaticano aclaró hoy desde Luanda, capital de Angola, que la condena a toda forma de aborto en ífrica pronunciada la víspera por el papa Benedicto XVI no incluye los abortos «indirectos» ni casos límites como el ocurrido en Brasil a una niña de nueve años.
«La moral de la Iglesia desde siempre acepta el aborto indirecto, como cuando una madre está gravemente enferma y debe ser curada y el niño puede perder la vida como consecuencia de ello. Se intenta curar a la madre», aseguró Federico Lombardi, portavoz del Vaticano.
En su condena del viernes, el Papa mencionó el artículo 14 del Protocolo de Maputo, la carta sobre los Derechos de la Mujer en ífrica, que habla del derecho al aborto, entre ellos cuando la mujer corre riesgo tanto físico como psicológico.
«El Papa no habló de aborto terapéutico, ni de que debe ser rechazado, lo que condena es que el aborto sea introducido como medio de control de los nacimientos», aclaró Lombardi.
El portavoz de la Santa Sede se refirió a lo ocurrido en Brasil con la excomunión a la madre que autorizó el aborto a su hija de nueve años, una decisión tomada por el arzobispo de Recife, José Cardoso Sobrinho, que fue incluso criticada en medios católicos.
«Fue un caso límite», dijo, Lombardi. «Fue una excomunión declarada apresuradamente en una situación de extrema dificultad», aseguró Lombardi.
El Vaticano ya criticó la excomunión de la madre de la niña brasileña a través del presidente de la Academia Pontificia para la Vida, el arzobispo Rino Fisichella.
«Antes de pensar en una excomunión, era necesario y urgente salvaguardar la vida inocente» de la niña, aseguró Fisichella.