El Sumo Pontífice viene tratando de cambiar una serie de cosas que están en todo el amplio ámbito de sus funciones. Ha adoptado, con base en realidades y de acuerdo con su elevada misión, algunas medidas orientadas a lograr, en lo posible, la normalidad en todos los aspectos del catolicismo a escala mundial.
Ha tenido que juzgar a algunos sacerdotes y obispos que han irrespetado sagrados principios y valores en sus ministerios.
Y algo muy trascendental que indubitablemente pasará a la historia: Tomó la loable decisión de lanzar un llamamiento a la unidad con los protestantes de las diferentes iglesias existentes en el mundo; implícitamente, llamó también a unificarse con la Iglesia Católica, a las “denominaciones” o sectas que se han formado en el devenir de los milenios. Esas sectas son más de 30,000.
En un video que puede verse en la Internet y que ha dado la vuelta al globo terráqueo, se ofrece al televidente la oportunidad de enterarse del interesante movimiento emprendido para que se llegue a la unidad de todos los credos religiosos.
Desearíamos explicar en este espacio de LA HORA, aunque fuese brevemente en cuanto a su dimensión, el contexto eclesiástico de referencia; pero, como hemos dicho en alguna ocasión, necesitaríamos seriar nuestros modestos artículos, pero no somos partidarios de escribir mediante episodios.
En el mencionado video se indica que el supremo jefe de la Iglesia Católica asistió a una asamblea en la que participaron relevantes ministros carismáticos y pentecostales, evento en el que se hizo el llamamiento a la fusión eclesiástica.
Se trata, esencialmente, de hacer volver el corazón de los padres hacia los hijos para preparar el camino al Dios hecho hombre en la Tierra, o sea Jesucristo.
Asimismo, se explica en el sistema televisivo que la profecía siempre tiene un doble cumplimiento, y que es sabido que el profeta Elías volverá antes de la Parusía; es decir, de la segunda venida también.
Viene a cuento, además, la rebelión de Martín Lutero, en vez de hablar del movimiento o de la reforma protestante que, en el curso del tiempo, virtualmente ya terminó.
Se explica que la diversidad de credos es maravillosa, divina, y que, en cambio, la división es diabólica. Asimismo, se cita que la Biblia, o sea la Palabra de Dios, divide y es más afilada que cualquier espada de dos filos…
Ojalá, pues, que se llegue a la unificación de todas las iglesias a nivel mundial y que siga adelante, como del brazo de las demás, por los siglos de los siglos, la Iglesia Universal que fundó Jesucristo y la heredó San Pedro.