El mundo entero parece estar nervioso ante la visita del Papa a Turquía. Los más desconfiados le han pedido a Benedicto XVI que lleve chaleco antibalas, cerca de diez mil hombres están por rodear Estambul y las manifestaciones de protesta (cerca de 25 mil personas el día de ayer) ya dieron inicio. ¿Por qué tanta algarabía? ¿Por qué tantos nervios alterados?
Bueno, en primer lugar se trata de la primera visita que el pontífice realiza a un país musulmán. Es posible que como Joseph Ratzinger, en el pasado, ya lo haya hecho, pero ahora las cosas son distintas al representar la más alta autoridad del mundo católico. í‰l sabe que su viaje es delicado y de mucha trascendencia por la que sin duda se deben estar cuidando todos los detalles para una visita satisfactoria.
En un segundo momento, el viaje del Papa será oportuno para mostrarse como un amigo ante un público que, con razón o sin razón, lo mira con desconfianza. El Papa no ignora que su auditorio no lo mira con buenos ojos, que sus palabras en la Universidad de Ratisbona caldearon los ánimos del mundo musulmán y que su oposición a que Turquía formara parte de la Unión Europea todavía resuena en sus mentes. Tiene que llevar un mensaje de cordialidad, afecto y buena voluntad para ser, al menos medianamente, aceptado.
Finalmente, su visita es significativa para continuar con el proyecto que parece ser fundamental en su papado: la reunificación de las iglesias. Este Pontífice, al igual que los anteriores y tomando como inspiración el Concilio Vaticano II, le da mucha importancia al tema del diálogo interreligioso, la comunión de las iglesias y la necesidad de un acercamiento entre ellas. Por eso, no sería raro que también en esta visita sea un punto importante en sus discursos.
Las cosas, sin embargo, no serán fáciles. Las mismas autoridades al inicio no estaban muy anuentes de recibirlo. El primer ministro, Recep Tayyip Erdogan y el ministro de relaciones exteriores, Abdullah Gí¼l se disculparon diciendo que estarían para esas fechas en una reunión de la OTAN. Y para terminar las cosas, hasta el ministro de asuntos religiosos, Mehmet Aydin, pidió disculpas porque estaría en Alemania. Sólo a última hora se ha confirmado que el primer ministro recibirá oficialmente al Pontífice en el aeropuerto. Por otro lado, los reclamos de las turbas son fuertes, ayer se podían leer pancartas que decían que el Papa representa el odio, «el Papa no es bienvenido», «Papa ignorante, aprende tu propia historia», «Papa, regresa a tu casa».
Con todo, el Papa no parece amilanarse y, según el ministro de Relaciones Exteriores del Vaticano, Dominique Mamberti, continuará con su discurso de unidad, libertad religiosa y reclamo del uso de la razón en las religiones. Para calmar los ánimos ya ha enviado un saludo al pueblo turco «a quienes expreso mis sentimientos de estima y de amistad sincera». Mientras se realiza el viaje, ha dicho el portavoz del Vaticano, «estamos tranquilos».
Ya veremos cómo se moverá el Pontífice.