El Papa educador


raimundo-j-wennier

Guatemala es un paí­s con la mayor parte de su población debajo de los 30 años de edad. Según la Encuesta Nacional de la Juventud efectuada en junio y julio de 2011, de los 14 millones de habitantes en Guatemala, 10 millones tienen menos de 30 años. Jóvenes que enfrentan un futuro de pobreza y sin educación. Lo anterior parece pintar un escenario negativo para los próximos años; sin embargo, hay luces positivas que iluminan esa oscuridad. Un ejemplo de lo anterior son los universitarios que dedican su energí­a, tiempo y talentos, en un equipo que busca satisfacer necesidades de gente que no tiene oportunidades de superar los obstáculos en su vida.

Raymond J. Wennier

 


“Un techo para mi paí­s” (Revista D, 8-1-12) y un equipo de jóvenes de “Por una mejor Guatemala”, construyen una clí­nica donde atenderán odontólogos de “Open Wide Foundation” (El Periódico, 9-1-12). Del primer grupo, el joven Meme Coguox dice: “Aunque la fotografí­a ha sido mi pasión, empecé a profesionalizarme hace cuatro años. Me gusta este arte siempre y cuando tenga fines sociales (mostrar la realidad de mi paí­s)” (Revista D, 8-1-12). Hay muchos más ejemplos de jóvenes trabajando positivamente para Guatemala, como el grupo “Jóvenes con Cristo” de la Parroquia de San Martí­n de Porres en la zona 15 capitalina, que fue durante una semana a instalar tanques de captación del agua de lluvia en 30 casas de una aldea en Cahabón, en la que Asociación Puente trabaja en Alta Verapaz. En los medios de comunicación hay muchas noticias acerca de la actuación de los jóvenes y lo que piden es que se les tome en cuenta. La juventud es el futuro porque están naciendo más niños cada año. La juventud también es el presente y quiere encauzar su energí­a ahora y no dentro de 20 años. Ellos quieren participar en un cambio positivo para su paí­s. Si no se les permite aplicar esa energí­a ahora en algo positivo, ésta cambiará hacia otros rumbos a lo mejor negativos. Sufrirán un cambio que los hará ser absorbidos por el mismo sistema social que mantiene el “statu quo” que ellos quieren cambiar. Es posible que la ética y valores vistos y vividos sean de otro tipo y no los de cambios urgentemente necesarios para la sociedad guatemalteca. En los ejemplos dados, el presente tiene que tener un significado priorizado que explique el porqué deben hacer lo que hacen y que a la vez demuestre que tienen metas claras hacia dónde dirigir su energí­a.

Justamente el Papa Benedicto XVI en su homilí­a en la Misa de Año Nuevo, abordó temas relacionados a la juventud. Quiero compartir con ustedes algunos de los puntos en su mensaje. “…Educar a los jóvenes en la justicia y la paz es la tarea que atañe a cada generación… la exigencia de responder a un desafí­o tan decisivo como es el de la educación (es) porque en la era actual, caracterizada fuertemente por la mentalidad tecnológica, (es) no sólo instruir sino educar…en segundo lugar, porque la cultura relativista plantea una cuestión radical: ¿Tiene sentido todaví­a educar? Y después, ¿educar para qué?”

El Papa sigue su mensaje diciendo: “…asumir la responsabilidad de educar a los jóvenes en el conocimiento de la verdad y en los valores fundamentales, significa mirar al futuro con esperanza. En este compromiso por una educación integral, entra también la formación para la justicia y la paz… es hoy más que nunca indispensable aprender el valor y el método de la convivencia pací­fica, del respeto recí­proco, del diálogo y la comprensión… los jóvenes están abiertos a estas actitudes, pero precisamente la realidad social en la que crecen los puede llevar a pensar y actuar de manera contraria, incluso intolerante y violenta”.

 Si un niño crece viendo un clima violento constantemente, piensa que esa es la forma de responder y actuar. Hemos visto en la sociedad guatemalteca desde hace varios años ese fenómeno en los jóvenes. Va a costar mucho revertir esa actitud; sin embargo, la energí­a de los jóvenes, con ese propósito (revertir), puede cambiarlos muy pronto. Continúo citando al Papa: “(La) educación parte de la familia y se desarrolla en la escuela y en las experiencias formativas. Se trata esencialmente de ayudar a los niños, los muchachos, los adolescentes, a desarrollar una personalidad que combine un profundo sentido de justicia con el respeto del otro, con la capacidad de afrontar los conflictos sin prepotencia, con la fuerza interior de dar testimonio…” Hablando de testimonio, en su homilí­a de la misa en la que confirió el bautismo a 16 bebés el 8-1-12, el Papa señaló que: “Educar es una misión maravillosa si se hace en colaboración con Dios, quien es el primer y verdadero educador de cada hombre”. Benedicto XVI resaltó luego que “la tarea de los padres, ayudados por el padrino y la madrina, es aquella de educar al hijo o a la hija”. Su Santidad dijo que “la primera y principal educación se realiza a través del testimonio. El educador cumple su deber hasta el final, no hace falta su presencia atenta y fiel; pero el objetivo es que el educando escuche la voz de la verdad hablando a su corazón y que la siga en un camino personal”.

El testimonio (que menciona el Papa) de los padres de familia y de los maestros tiene que ser un modelo de cómo actuar para que los niños y jóvenes los vean y los imiten en su propia vida.

El currí­culo oficial del Mineduc tiene que añadir un aspecto que está ausente para que realmente sea integral; además de los contenidos cientí­ficos, académicos como la matemática, la educación fí­sica y artí­stica, debe incluir la formación personal que es a la que se refiere Benedicto XVI. El Papa nos enseña verdadera explicación del triángulo educativo: Padres de familia, alumnos y maestros y la comunidad.

¡Su Santidad Benedicto XVI, es un Papa educador!