Un funcionario de Naciones Unidas dijo, al terminar una visita a Guatemala, que el nuestro era el país perfecto para cometer un crimen porque los niveles de impunidad eran tales que ni siquiera los asesinos eran perseguidos. Y por ello no debe extrañarnos que los asesinos de los tres diputados salvadoreños del Parlacen, todos miembros del partido oficial Arena, hayan sido asesinados aquí pocas horas después de haber pasado la frontera. No cabe, en este caso, la probabilidad de que el crimen fuera cometido por delincuentes comunes en uno de los tantos asaltos cometidos contra personas que viajan por la ruta entre El Salvador y Guatemala, puesto que son demasiados los hechos que indican que se trata de un acto totalmente premeditado.
El sitio en donde ocurrió el crimen es, curiosamente, la finca en donde los dirigentes de Arena se reunían durante la guerra en El Salvador para planificar sus acciones contra la guerrilla y ese hecho no era de conocimiento público porque se trataba de encuentros altamente secretos. Y pensar en una coincidencia sería absurdo, sobre todo porque los diputados ya habían llegado a la ciudad de Guatemala y fue después que desaparecieron para ser localizados finalmente en esa finca.
En El Salvador no es que tengan un sistema mucho mejor que el nuestro, pero evidentemente no llega a los niveles de impunidad que muestra Guatemala y por ello es lógico pensar que los criminales planificaron venir a nuestro país a matar a los diputados y al piloto del vehículo, sabiendo que este es, como dijo el funcionario de la ONU, el país perfecto para cometer un crimen. Y que conste que no puede culparse a ese funcionario por haberlo dicho, puesto que no hizo sino reflejar una realidad incuestionable que forma parte de la estructura legal de nuestro país.
Este caso constituye un duro golpe para Guatemala porque resalta internacionalmente nuestras deficiencias en seguridad. Sabemos fehacientemente que cuando hay voluntad de investigar se puede llegar al fondo de los hechos aunque luego no se tenga la voluntad política de deducir las responsabilidades, por lo que alentamos la esperanza de que en este caso se pueda seguir la pista a los criminales y en conjunto con las autoridades salvadoreñas se pueda esclarecer el hecho. Repetimos que es demasiado obvio que se trata de un crimen planificado y, por lo tanto, con raíces en el vecino país y ello obliga a un esfuerzo conjunto para investigar.
Ojalá que no vuelva a darse aquel tipo de campaña contra Guatemala como la que realizaron algunos salvadoreños por el tema de los asaltos en la carretera, porque éste no es un caso de esos sino que evidentemente se trata de la selección de nuestro territorio como escenario para cometer un crimen confiando en las deficiencias de nuestro sistema de justicia y seguridad.