EL PADRE, LA MADRE, Y LOS ABUELOS DE BARACK


Aun cuando no llegue a ser Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama será un hito en la historia. Es que por el hecho de ser negro, y por lo tanto, ser visto como uno de los de abajo, su trayectoria ha adquirido caracteres de un triunfador.

Dr. Carlos Pérez Avendaño

En una pelea de box donde la diferencia de tamaño entre los contendientes es muy evidente, las simpatí­as van por el más pequeño, por el más chaparro, especialmente si se le ve luchar con coraje. En esta contienda polí­tica es precisamente eso lo que se admira de Obama que ha hecho uso admirable de sus heredados talentos para pelear con racional y eficiente coraje.

Este 21 de Abril TIME publica un artí­culo sobre el papel que la madre blanca de Obama jugó en la formación de su hijo. Una madre intelectual para quien su trabajo de investigación, como antropóloga en Indonesia lejos de su hogar e hijo, era su primordial objetivo. El padre los habí­a abandonado. Parece entonces haber cierta incongruencia cuando ahora mismo, Barack el presidenciable, refiriéndose a su madre afirma: «Lo mejor que yo tengo se lo debo a ella» (What is best in me I we to her).

La psicologí­a afirma que es durante los tempranos años de la niñez que el niño se forma, o se deforma y éste caso de Obama puede recogerse como un referente ejemplo. Cuando tení­a 10 años, Barack Obama vivió durante un año lejos de su madre, una separación que él describe como algo que le impactó más de lo que él mismo se daba cuenta (it had more of an impact than I know). Posteriormente Obama, a sus 10 años, decidió no regresar con su madre de vuelta a Indonesia sino quedarse en Hawai con los abuelos, quienes le prestaron significativa ayuda.

Posteriormente la madre regresó a Hawai, a vivir con ellos, pero cuando otra vez más decidió regresar a Indonesia, Barack, su hijo, entonces de 17, nuevamente decidió no irse con ella y se quedó en Hawai con los abuelos.

Aconteceres difí­ciles de evaluar y aún más difí­ciles de juzgar. Uno se pregunta: ¿cuáles fueron entonces los auténticos sentimientos de ese jovencito hacia su madre? ¿cuánto resintió ese nuevo abandono de parte de su madre la antropóloga? Algo que, escondido en el subconsciente no le permite, ni a él mismo, darse cuenta cabal de las consecuencias y por lo demás, un resentimiento que él, ahora mismo, serí­a injusto reclamarlo a su madre que ya está muerta.

Para nosotros mismos, cuando nos autojuzgamos y cuando a veces pretendemos hacer un recuento del papel jugado por nuestros padres y nuestro entorno determinando nuestras cualidades y defectos, así­ como evaluar cuánto hemos cumplido o fallado, nos damos cuenta de lo extremadamente difí­cil que es lograr un juicio desapasionado y un veredicto que se ajuste a la verdad.

Aun cuando Barack sienta que todo lo mejor se lo debe a su madre, esa conclusión pudiera no ser la más certera. ¿Será que la formación que le dio durante su niñez pudo compensar con creces sus posteriores abandonos?. Se sientan así­ ejemplos para las madres modernas, intelectuales trabajólicas que ojala puedan evaluar desapasionadamente el papel jugado por la intelectual madre de Barack Obama.