Fernando Ramos
Decía Federico Fellini: «En la mitología del cine, el Oscar es el supremo laurel de la gloría». Posiblemente esa frase encierre el verdadero significado del premio, aunque muchos renieguen de él, principalmente aquellos que, por cualquier motivo, se ven marginados. Más de cien años después de la invención del cine, resulta ocioso negar la importancia que el galardón tiene.
El cine es un negocio y, como tal, su fin último es ganar dinero; por eso adquiere mayor relevancia el premio de la academia, pues no reparte dinero en efectivo, la estatuilla ni siquiera tiene valor comercial; claro que ganarla significa más dinero en taquilla y mejores salarios para los actores, pero si se compara con las superproducciones de verano, y lo que ingresan en todo el mundo, las diferencias son abismales; sin embargo, los estudios siempre se interesan por el premio y los actores taquilleros, tarde o temprano, tratan de sacudirse el estigma de superficiales haciendo papeles que les puedan representar, al menos, la nominación.
La carrera por el Oscar es similar a una campaña política, la propaganda incluye el envío de todo tipo de material de apoyo: afiches, artículos promocionales, presentaciones privadas, invitaciones a comer, entrevistas, envío de DVDs; la idea es asegurar que la mayoría de miembros de la academia vean a los candidatos. Los filmes que tienen posibilidades, casi siempre, son estrenados en el último trimestre del año, con la idea de mantener fresco el recuerdo en la mente de los votantes.
Recibir una nominación, no digamos ganar, significa quedar inscrito en el libro de la historia del cine; pero no garantiza el ascenso y permanencia en la cima, varios actores lo han ganado y luego desaparecen, son pocos los que trabajan de forma consistente; algunos ejemplos: Adrian Brody, «El pianista»; Roberto Benigni, «La vida es bella»; Jeremy Irons, «El misterio Von Bulow»; Hally Berry, «Monster»s Ball»; Gwyneth Paltrow, «Shakespeare in love»; Helen Hunt, «Mejor imposible; Holly Hunter, «El piano»; Cher, «Moonstruck»; todos han tenido más bajas que altas en su carrera, poseen la estatuilla, pero no por eso se han mantenido en la cima. El caso de los actores de soporte es más significativo: Alan Arkin, «Little miss Sunshine»; Jim Broadbent, Iris; Cuba Gooding, Jr., Jerry Maguire; Joe Pesci, «Goodfellas»; Jennifer Hudson, Dreamgirls; Jennifer Connelly, «Beautiful mind»; Kim Basinger, L.A. Confidencial; Mercedes Ruehl, «The Fisher King. Hay otros, pero mencionando solo a los ganadores la lista es grande, si a ello se suman los nominados de cada año crece aún más; muchos no llegaron a consolidarse.
El Oscar tampoco es determinante para clasificar en buena o malas las películas (aunque sirve de parámetro), varias de las que aparecen en los primeros lugares de las listas de las mejores de todos los tiempos, no llegaron a ser consideradas por la academia: «Ciudadano Kane»; «Toro Salvaje»; «Vértigo»; «Psicosis»; «El graduado»; por mencionar algunas.
La ceremonia anual acapara la atención de los involucrados en el cine, incluyendo, por supuesto, a los cinéfilos de todo el mundo; siempre tiene momentos divertidos, aburridos, conmovedores; hay para todos los gustos, al final queda tema para conversar un rato.