Símbolo de poder, paradigma de riqueza, el oro despertó siempre la ambición de los hombres, y su explotación marcó el destino del Nuevo Continente: el Museo Nacional de Historia Natural de París propone una exposición para recorrer esa historia, «El oro de las Américas».
La exposición, abierta al público del 8 de abril al 11 de enero próximo, propone un recorrido en seis salas temáticas, desde el mineral en la naturaleza hasta su utilización actual en la alta tecnología.
Entre ambas, el visitante descubre la relación de los hombres con el oro, su simbolismo en las civilizaciones precolombinas, su rol en la conquista y las sucesivas «fiebres del oro» de la historia, con sus consecuencias sociales y ecológicas, ilustradas por diversos documentos, entre ellos las fotos de los «garimpeiros» de Serra Pelada tomadas por el brasileño Sebastiao Salgado.
«Para que el oro se forme en la naturaleza se necesitan millones de años sin ninguna perturbación geológica, ni terremotos, ni actividad volcánica, lo que explica su escasez», señala Francois Farges, conservador de la colección de mineralogía del museo y uno de los comisarios científicos de la exposición.
Sus cualidades excepcionales de densidad, maleabilidad e inalterabilidad, terminan de explicar la fascinación que ha producido siempre, desde las civilizaciones más antiguas hasta el presente.
En la primera sala de la muestra, «El oro en la naturaleza y la naturaleza del oro» se explica su formación y las diferentes formas de extracción, y se exponen varias muestras de oro «nativas», es decir tal cual las formó la naturaleza.
Entre ellas, piezas con triángulos de cristales de oro en estado natural, grandes placas con forma de hojas, fibras de oro que se entrecruzan formando una trama semejante a un bordado….»Son algunas de las piezas naturales de oro más bellas del mundo, algunas podrían pasar por piezas de orfebrería contemporánea, pero es la naturaleza la que las ha cincelado así», recalca Farges.
Tras la naturaleza, la exposición entra en la historia y la manera cómo el metal amarillo ha sido percibido y utilizado por los hombres.
La sala «El oro de los Dioses» muestra un centenar de piezas precolombinas, procedentes esencialmente del Museo del Oro de Bogotá, del Banco Nacional ecuatoriano y del museo Herrera de Lima, algunas de las cuales son presentadas por vez primera en Europa.
A través de 2.000 años y seis civilizaciones (moche, nazca, calima, zenú, tairona, muisca y mixteca), el recorrido es a la vez pedagógico y artístico: cuadros cronológicos y textos explicativos acompañan las máscaras funerarias, las estatuillas y los adornos de oro de belleza excepcional.
«En las civilizaciones precolombinas el oro tenía dos utilizaciones esenciales, símbolo religioso y atributo del poder», explica Frederik Canard, uno de los organizadores de la exposición.
Junto a los objetos de oro, se exponen otros de cobre, platino, obsidiana, jade, pero también de cristal de sal, para «recordar que para los precolombinos el oro bruto no tenía más valor que la sal, era el trabajo del artesano y la magia que ese trabajo insuflaba en el objeto lo que le daba su valor y su aura», agrega Canard.
Tras la conquista, ese mundo desaparece. América se convierte rápidamente en el principal productor de oro del mundo. La exposición evoca la explotación de los indios y la destrucción de todo un patrimonio cultural precolombino para convertir los objetos en lingotes de oro.
«El oro de las Américas» muestra que la búsqueda de metal precioso en el continente «no ha cesado de perpetuarse, provocando la colonización de nuevos territorios, la inmigración masiva, la creación de ciudades efímeras, la degradación de los entornos, la acumulación de fortunas colosales para algunos y la ruina para tantos otros».