El Organismo Legislativo en la encrucijada


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De la misma manera que el Organismo Ejecutivo se encuentra ante el tercer año de los cuatro años de gobierno, el Organismo Legislativo del país no puede permitirse que este tercer año sea la copia, la réplica de lo que ha acontecido en el primero y segundo año de su mandato. Destruir es mucho más rápido y mucho menos difícil que construir.

Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com


Con la vivencia y la experiencia de haber militado en política partidaria más de 20 años, de haber sido electo dos veces diputado al Congreso de la República por el Distrito Metropolitano, de haber fungido como diputado al Parlamento Centroamericano, sé que en el actual Congreso existe suficiente recurso humano en los diferentes partidos políticos para lograr un cambio que permita que la población y los medios de comunicación no censuren y critiquen día a día al Organismo Legislativo.

Diputados experimentados hay un buen número, diputados de primera elección también los hay, lo que falta es sin duda alguna el entendimiento de lo que necesita el país. De qué sirve una interpelación que transcurra meses de meses sabiendo que no se va a producir la remoción del ministro. Todos estamos saturados, hastiados de que el Organismo Legislativo no pueda tomar las acciones de derogar, modificar o promulgar leyes que busquen el bien común.
¿Por qué no puede legislar y actualizar la seguridad social? ¿Por qué no pueden tomar las acciones que transformen el transporte público de personas y carga que tan ineficiente y costoso es para todos los habitantes del país? Y ¿Por qué no pueden apoyar para que los impuestos sean justos y adecuados y el rendimiento de los mismos produzca frutos en servicios públicos de infraestructura, de salud, de seguridad y educación que tanto necesitan todos los habitantes del país? Qué positivo sería ponernos a la par de Costa Rica, de Panamá y no continuar retrocediendo al punto de acercarnos a Haití.

El nuevo presidente Arístides Crespo es un hombre maduro y ponderado, sabe escuchar y puede lograr acuerdos y consensos no a nivel partidario, sino a nivel nacional, ese debería ser su principal objetivo para poder concluir una extensa carrera parlamentaria con un logro nacional. El mismo objetivo debería ser el de Nineth Montenegro, de Oliverio García Rodas, de Mario Taracena, Alejandro Arévalo, quienes mejor que nadie saben que hay que impedir la manipulación que hacen ciertos diputados conocidos que buscan obtener beneficios particulares por su intermediación en la obra pública.

Guatemala merece que se busque un espíritu como el que Nelson Mandela fue capaz de darle a Sudáfrica; el odio solo engendra odio, la falta de escrúpulos no produce bienestar y desarrollo. ¿Será posible que a pesar de lo que puedan pretender algunos líderes o partidos políticos, los principios priven y superen los intereses mezquinos? Si el Congreso, donde se representa a toda la ciudadanía, a los 334 municipios, a la totalidad de los departamentos, no puede tomar una acción positiva y de liderazgo, no le debe de extrañar al país que en un futuro tengamos una anarquía y nos aproximemos a una debacle, donde no hayan suficientes alimentos, donde no hayan satisfactores de salud, de educación y tengamos que vivir como un país del cuarto mundo. Ejemplos como los que están pasando en el África y en el Medio Oriente solo son las señales de un negativo futuro.

Por las futuras generaciones, el Congreso debe de tomar el liderazgo y trazar el camino del bien común. Por nuestros hijos, por nuestros nietos y por los que están por nacer cambiemos, “sí se puede”.